Nepotismo

Tecnologías de los perdidos


¡Pum, Pum! ¡Pum, Pum! La mujer se agarra el pecho. Se sienta en la cama. Necesita un like y lo tiene claro: una foto. Va a la ventana. Llueve. No hay nadie en la calle. Todo es aburrido. Mira al frente, más allá del parque, al bloque de pisos donde, en el quinto, puerta C, vive su amiga Laura. También ella hace una foto. ¡Pum, Pum! ¡Pum, Pum! Ahora ya no tiene duda, pero se dice que no es el momento. Dispara, vuelve a la habitación y despierta al hombre.

—¡Alfonso!

—¿Eh?

—¡Dame un like!

—Déjame.

—Necesito un like. ¡Dame un like!

—Que me dejes, que es sábado.

Ella levanta la persiana de golpe pero, como no responde, lo destapa.

—¡Toma! —le dice, dándole el móvil que él tiene sobre la mesita de noche. 

—¡Joder, Tania! ¿Es que no puedes esperar?

Cuando él se incorpora y agarra el móvil comprueba horrorizado el número de likes al pie de su foto. Enseguida hace clic.

Tania suspira, entrecierra los ojos y se tumba al lado de él.

Desde hace tres años Alfonso es jefe de la oficina ministerial del Bienestar. Tiene el deber de garantizar que los ciudadanos son gustados con 100 likes todos los días del año. Así no hay revueltas. Su equipo trabaja día y noche, pero este fin de semana ha cometido el error de organizar el turno con novatos. ¿No les ha advertido que los miembros de su familia han de superar la media? ¡El lunes se van a enterar! Por ahora, respira hondo, se recuesta sobre la almohada, mira a su mujer y, luego, la foto. Entonces es él quien se agarra el pecho.



Más artículos de Pascual Nieves

Ver todos los artículos de