Un montículo cubierto de hierba, tierra y sencilla hierba, alberga mucha desolación, pues conviven allí una belleza primigenia y una tristeza atávica.
Mi nombre está en Marte
Felipe SérvuloCrónicas mínimas¿Qué tendrá Marte que tanto nos fascina desde tiempos inmemoriales?
El muro se humaniza
Felipe SérvuloCrónicas mínimasEl otoño evoca lo efímero de la vida.
La Dona Morta y otros arcanos
Felipe SérvuloCrónicas mínimasLas inopinadas consecuencias de las vacunas.
Fideuá y canciones camino del colegio
Felipe SérvuloCrónicas mínimasLas niña tararean o emiten sonidos guturales. Me recuerdan cantos étnicos lejanos, no sabría decir de dónde.
Ce que vivent les violettes
Felipe SérvuloCrónicas mínimasTenían que ser enterrados en la playa con los pies hacia adelante y la cabeza hacia el mar.
Juanín
Felipe SérvuloCrónicas mínimasAl pequeño Juanín se lo llevó una simple diarrea veraniega, que lo deshidrató y le produjo la muerte.
¿Para qué sirve la poesía?
Felipe SérvuloCrónicas mínimasQué mejor que gastar la vida poetizándola. Y recordar, que así lo exige nuestra condición humana.
La cita fue en Shibuya
Felipe SérvuloCrónicas mínimasDicen que la sombra de cada uno —como la mía ahora, proyectada sin querer, frente a la universidad— pesa.