Te dicen que eres libre.
Al parecer, por lo visto
José Martín CuestaSolo, por favorPor eso, ante situaciones límite, conviene saber. No contar que se sabe, sino saber.
Lo de Rilke
José Martín CuestaSolo, por favorViajar era gratis. Aquel atlas reunía historias de acá y acullá que se habían ido sedimentando en aquella mente infantil.
Sola, por favor
José Martín CuestaSolo, por favorLos viajeros la contemplan de reojo y siguen a lo suyo: la pantalla del teléfono.
Un paseo por Oklo
José Martín CuestaSolo, por favorPor increíble que pareciera, tenía en mis manos el fósil del fémur de un nyamala-y-amali (o más conocido como mokèlé-mbèmbé).
Objetivo de ventas
José Martín CuestaSolo, por favorLas meninges del vendedor están a punto de hacerse fosfatina, pero una chispa prende en mitad de la desesperación.
Olvida el teléfono
José Martín CuestaSolo, por favorSin prisa y sin apenas pausa; con decisión, mezclado en el enjambre urbano del ocaso, camuflado de panal en panal.
Es interesante, pero creo que no lo es
José Martín CuestaSolo, por favorMi amigo Sinforoso es un alma cándida y acaba asumiendo la etiqueta que le colgaron hace cincuenta y dos años. No le queda otra. O sí.
El café
José Martín CuestaSolo, por favorTeníamos una vida por delante para contarnos todo aquello que vivimos antes de aquel café.