Vaya por delante

El sapo omnisciente

 

I

Al diablo con el posicionamiento del yo narrativo o poético: mucha artillería conceptual empleada vanamente en justificar ese vacuo posicionamiento, atrincherado en la especulación ideológico-literaria, que vendría, respaldado por la deconstrucción filosófica del punto de vista, a confundir el objeto in esentia, del relato, con la perspectiva desde el que se compone. Imagínense que yo, un vulgar sapo, más bien verduzco y moteado con intrigantes burbujas de dudoso contenido, comprometiese mi facultad intelectual primera, cuya es el conocimiento omnisciente, solo por dar un salto al fondo de la charca.

 

II

No, no; las capacidades intelectivas y el punto de vista deben inexorablemente permanecer estables, precisamente para contrarrestar la enorme fuerza de distracción que es un mundo en continuo cambio, y la irrefragable y multitudinaria, aun morosa, infinitesimal (y no menos confusa) variedad de datos que llamamos, la mayoría de las veces, con autosuficiencia (ese sucedáneo para ignorantes): realidad.

 

III

Procedamos a desglosar este segundo párrafo que acabamos de leer, claramente hipotáctico, y por tanto sujeto necesariamente a una lectura atenta que vaya encadenando la lectura de frases subordinadas, hasta su definitiva resolución final con el consiguiente abono de sentido; invirtiéndolo paratácticamente, en una ristra de frases que funcionan con independencia semántica:

“Realidad: (ese sucedáneo para ignorantes) con autosuficiencia, la mayoría de las veces llamamos datos a una variedad (no menos confusa) infinitesimal, morosa, multitudinaria e irrefragable, en continuo cambio para contrarrestar es un mundo, enorme fuerza de distracción precisamente, el punto de vista y las capacidades intelectivas deben permanecer estables; no, no.”

 

IV

Como puede observarse, a poco que uno se posicione, olvidándose, eso sí,  por un momento, de su puñetero yo, y lea atentamente; podrá entender que, aunque a priori, es mucho más complicado entender un texto con sintaxis hipotáctica, porque requiere concentración e interpretación de lo que se está leyendo: la sintaxis paratáctica, que se resuelve, en la práctica, como una simple enumeración de imágenes, más o menos acertadas, no sirve para analizar la realidad, sino, a lo sumo, para dar una bella visión poética, lírica e ingenuamente feliz. Vaya usted por delante, y complíquese la vida. La hipotaxis no es una enfermedad.