El sapo croa y escupe
sobre la incipiente calva del lector
una flor de cuneta morada
con sus pétalos de rabia, indiferencia
y sorna:
adiós al vino con canela
adiós a las rosas del azafrán
adiós al labio virgen de maldiciones
y de besos
y adiós, adiós para siempre al aire limpio,
al trigo y al lumbago.
Matadme, sonrosados hijos de la gran puta,
aplastadme, inmisericordes,
en pleno mediodía
con vuestros flamantes coches de tracción
a las cuatro lenguas, leguas,
para que sea yo un cromo sangriento
sobre el asfalto al rojo vivo
y pueda así vivir en un trasmundo
de imágenes puras, como el sapo que fui,
libre de la puerca ignorancia que amáis,
libre de toda la basura dialéctica
con la que pretendéis explicar
un mundo que no os necesita
sino para exterminaros.
Adiós a la verdad, a la bondad y a la belleza.
11 de mayo del año del demonio 2020