Qu’est ce que c’est, cette merde?

¡Hale, hale, que es gerundio!

 

Aquella mañana no fue como las demás. Se había levantado antes de lo habitual porque el pitido de un coche en la calle le había despertado. Miró el reloj y aún eran las seis, ¡jopelines! Pensó. Era sábado y le habría gustado quedarse en la cama hasta tarde pero como ya se había desvelado decidió dar por terminada la noche y levantarse.

Mientras untaba las galletas María en el Cola-Cao, Manolo encendió el viejo transistor que habitaba en la encimera de la cocina, junto a la tostadora. Ese día la programación no le recordó con su música ochentera que no siempre tuvo cincuenta años. No. Ese día sólo se hablaba de un posible, incluso probable, apocalipsis zombi debido al coronavirus.

—¡Mamá! —gritó desde la cocina con tono alterado— ¡Tenemos que salir a hacer la compra ya, no hay tiempo que perder!

—¿Pero se puede saber qué mosca te ha picao? ¡Atontao! —respondió ella sobreponiéndose al amago de infarto que acababa de sufrir al ser despertada con ese grito.

La silueta de Manolo, en pijama, hizo su aparición en ese momento en la habitación de su  madre (aunque no venga al caso, he de decir que a ciertas edades el pijama no sólo nos queda absolutamente ridículo sino que, además, hablar con el pijama puesto nos quita autoridad).

—¡Acabo de escuchar en la radio que la gente está arrasando los supermercados y que ya no quedan ni pollo, ni papel de wc, ni kleenex! —insistió sin tranquilizar su tono de alarma nuclear.

—Vamos a ver, hijo, que a veces escuchando esas ocurrencias con las que me recuerdas tanto a tu padre (que en paz descanse) me pregunto por qué demonios no le haría caso a mi santa madre cuando me decía: ¡no te cases con él que es mucho tonto! Así que tú hazme caso y hazme un favor. ¿Se puede saber para qué quieres ir a por kleenex, papel de wc y pollo a estas horas de la mañana un sábado?

—¡Pues porque son los productos que están empezando a escasear! Hay muchos sitios en los que ya no quedan y en estos casos hay que lanzarse a la calle a tratar de conseguirlos, mamá, ¡que eso es de primero de apocalipsis!

—Pues yo también te voy a enseñar una lección de primero: en esta casa no nos amedrentamos ni con coronavirus ni sin coronaviras. ¿Para qué crees que llevo toda una vida bordándote pañuelos de algodón con tus iniciales si no es para poder sobrevivir a un momento así? Y en cuanto al papel de wc, ¿alguna vez te has planteado para qué sirve el bidet? ¿O de verdad pensabas que era un revistero? Ay, alma de cántaro…

 


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