Maldito sea el pasado, malditas sean las tradiciones

Isla Naufragio

 

Testimonio

¿LA DESTRUCCIÓN DEL PASADO CONDUCE AL SILENCIO? NO, CONDUCE A LA CREACIÓN Y A LA LIBERTAD.

El pasado es un conjunto de historias manipuladas que hay que enseñar con las debidas precauciones porque es mercancía peligrosa. El pasado te ata y te coarta impidiendo que tu vida se desarrolle en la forma que a ti te interese. Los que saben usan el pasado, la historia, “su” historia, porque es suya, ellos la han modelado y a ella vuelven para reinterpretarla a su conveniencia.

Y luego están los otros, los de enfrente, esos también usan tu historia, remodelada a su modo, y la usan en contra tuya, en este caso mía, que soy yo el que escribe cabreado, y la usan contra mí, presuponiendo hechos a los que soy ajeno pero que algún antepasado mío hizo en mi nombre sin yo saberlo.

Oiga, que no, que no, yo no tengo nada que ver con el rey Tal ni con el conquistador Cual. En mi nombre y con mi autorización no se ha hecho ninguna guerra ni ningún hecho destacable. Ni bueno ni malo. Yo no me pongo medallas así que ustedes no me castiguen con sus prejuicios anticuados.

Y luego están las tradiciones, las malditas y solemnes tradiciones que hay que hacerlas porque así se ha hecho desde el siglo que sea, es igual el siglo, porque si no lo saben se lo inventan. Y así un día determinado hay que vestirse de no sé qué, o comer un alimento determinado, o tirar un pobre animal desde un campanario porque así se ha hecho siempre.

Oiga, oiga, sépanlo, conmigo empezó el mundo, mi mundo, claro, pero esperen, no elucubren, ya sé que el mundo empezó antes pero en lo que toca a historias en las que yo no participé no tienen porqué afectarme.

¡Qué pena, qué tristeza! Nos vamos a quedar sin tradiciones, un apóstata, un abjurador de la historia fecunda… no es eso y no pretendo, por imposible, que se me entienda. Pero, es igual, miren, sí que digo algo más, vuelvo a decirlo, a la historia hay que cogerla con pinzas porque huele mal. Y… no sigo.

Sigo un poco más. Dice Updike que el espíritu necesita la locura como el cuerpo necesita el alimento; y digo yo que sólo sabiendo que la locura es locura puede servir la locura a nuestro espíritu como alimento.

Francisco Torres, matemático