¿Hay belleza en la información?

Isla Naufragio

 

Testimonio

Hay belleza en la información. Y un orden. Y una lógica. Y una necesidad. La información es una pieza de orfebrería que para que sea eficaz ha de ser manipulada y preparada de tal forma que sus resultados sean los buscados. Existe la información que quiere informar y la que quiere convencer, y es de esta última de la que quiero hablarles.

Los filósofos dicen que el uso del lenguaje tiene componentes fascistas y totalitarios, elegimos las palabras siendo conscientes de su carga ideológica para imponer nuestras convicciones y deseos. Afirmamos con rotundidad, ¡esto es así!, cuando nuestros argumentos nos parecen sólidos, y usamos la ambigüedad y el doble sentido cuando lo que decimos no se aguanta. Aplicamos o dejamos de lado cifras, datos, estadísticas, según convenga, o no, a nuestros intereses. Usamos el condicional, la media verdad, el me han dicho que, y dejamos que el otro interprete lo evidente que le hemos sugerido.

Periódicos, radios y televisiones hacen de la manipulación su trabajo y con eso comen, y, a la vez que se alimentan, alimentan también criaturas que no están a nuestro alcance aunque nosotros sí que estemos al alcance de ellas. Esta manipulación es conocida y todo el mundo lo sabe pero, al parecer, ellos no quieren saber que lo sabemos. Y es sonrojante comprobar cómo incluso se atreven a desdecirse y a proclamar lo contrario de lo que afirmaban hace poco como si la memoria no existiera confiando en sus poderes persuasivos y engañosos que todo lo tapan y todo lo pueden.

Y a fe que lo consiguen. Hilvanan otro discurso y he aquí que ahora sí, o ahora no, o ahora ya veremos. Y otros periodistas tienen que venir a recordarnos lo que ya sabíamos, que la memoria es frágil, y que poco basta para que dudemos y nos convenzan de lo contrario. Y estos periodistas, los buenos, serán buenos ahora pero no después porque sólo nos recuerdan lo que ellos quieren que nosotros recordemos. Y nos lo recuerdan a su modo y manera. Y para que no volvamos a olvidarlo lo rebozan en ironía, o en retranca, o en sus peculiares estilos discursivos que harán que lo que sea que quieren que no olvidemos lo comentemos entre nosotros para que forme parte de nuestra memoria permanente y colectiva.

Ser periodista consiste en resaltar unas informaciones y ocultar otras. O ponerlas en portadas, en titulares, o en el medio. O no ponerlas. Todo entra en el mismo juego, como un juego de vajilla o cubertería, pero que aquí no es juego, al menos para nosotros, porque es un juego en el que las criaturas ganan y nosotros perdemos siempre. Y aunque algunas veces parezca que hemos ganado es una ganancia reversible, sí, sí, reversible, y no sabemos cómo pero ahí están ellas, las criaturas, con el premio en la primera fila, y otra vez han ganado, y otra vez hemos perdido.

Roger Sullivan, experiodista, exmarine, exciudadano.