La Charca Literaria

Desde que estalló la pandemia, el alcohol de romero había sido sustituido por aquella gelatina que dejaba las manos pringosas y costaba seis veces más.

Por cierto, Rosa, ¿qué muerto se pudre en las entrañas de la fiesta de los enamorados?

En la terraza florida del Hombre de Palo, Angélica nos cuenta su última hazaña. Ha enviado a la luz al espectro perdido de una muchacha de trece años llamada Susana Lacasta, desaparecida un mes atrás.

Como toda mujer, soy fetichista de los bolsos, y al ser las rebajas pródigas en ellos, me abastezco ampliamente,

Nunca he aspirado de cerca a una cucaracha como se huele una flor, pero sé que apestan.

El altarcito de Buda lo llené al principio de claveles, pero no pegaban y, a falta de nenúfares, me he inclinado por los crisantemos.

Yo sé que hay algo misterioso en la carne femenina. Te lo digo aunque te dé miedo y no estés de acuerdo, porque tú todo te lo tomas al pie de la letra.

Y la puerta se abrió por sí sola de par en par, en majestuoso silencio, como en las falsas leyendas nórdicas.

El espíritu consumista de la Navidad, digo del capitalismo, no deja títere con cabeza en esta orgía de vueltas sobre sí misma que, en definitiva, desemboca en gastar lo que se tiene y lo que no.