Vuelven al estado vertical, con la duda segura o inefable certeza de que no hacen falta más de quinientas palabras para vivir.
La muerte y sus labores
Manolo MarcosEl sapo omniscienteTengo comprobado que, lejos de haceros cargo de la trascendencia del caso, optáis por tomaros otro refresco.
La autoficción
Manolo MarcosEl sapo omniscienteUn sapo que piensa en todo, es todo corazón. Por eso no puedo dejar de hablarles a Vds. sobre los temas que me preocupan.
La canícula paraliza
Manolo MarcosEl sapo omniscienteDe la contemplación estética al borde del mar, alabada por el romanticismo, hasta la grima de la lágrima, ya no queda ni la sombra.
La asimétrica prole del ser
Manolo MarcosEl sapo omniscienteLa caravana del ser humano se va diversificando hasta alcanzar la cifra universal de: una persona, un mundo.
Vaya por delante
Manolo MarcosEl sapo omniscienteImagínense que yo, un vulgar sapo, comprometiese mi facultad intelectual primera, cuya es el conocimiento omnisciente, solo por dar un salto al fondo de la charca.
Atisbos de una primavera terrible
Manolo MarcosEl sapo omniscienteLos animales, como no podemos hablar, y nacemos con la lección bien aprendida, sabemos cuando llega realmente una primavera, la primavera del charco encopetado de luz, donde puede aún verse a una rana atractiva despeinarse un poco las neuronas de una salto a la orilla.
La peligrosa estupidez
Manolo MarcosEl sapo omniscienteNo hay pérdida de tiempo más grande que emplearlo hablando más de la cuenta.
Humedal lacrimógeno
Manolo MarcosEl sapo omniscienteUstedes en general son una tribu mentirosa y nociva, especialmente cualificada para la destrucción y la belleza.