La Charca Literaria

Las fachadas lucen la pátina de un tiempo ahogado entre mosaicos.

Los viernes ya no existen en el calendario. Al menos no como sinónimo de música y bacanal.

Vegetan generaciones de hombres que ya lo dieron todo.

Llueve y llueve. Fantasmas húmedos exploran ya nuestros zapatos.

Somos una masa inundada por la pereza y el bostezo.

La ilusión es esperarte a la salida del cine cuando decidiste ver esa peli en solitario.

Se escucha el viento rugir entre cristales. Es un rugido desgarrado y acariciador que arremete con todo a su paso.

Te recuerdo bebiendo refrescos de cola helados en veranos ya muy lejanos. Un golpe de nostalgia en la terraza aquella, en la que íbamos naufragando año tras año sin darnos cuenta.

Tu nombre, que al fenecer de las tardes retumba en los álamos del parque donde nos despedimos sin éxito y sin puertos.