Ya querría yo en mi vida besar los años que ella dejó

Isla Naufragio

 

Testimonio

Esto es lo único que recuerdo de un sueño que tuve; es lo que alguien me decía en el sueño. Después pensé que quizás me quiso decir que ya querría yo “vivir” los años que ella dejó, pero no, estaba bien así: lo que no se puede vivir hay que tener la ilusión de, al menos, poder besarlo.

¿Qué les cuento ahora? Ustedes no me conocen y no espero que me conozcan por esto que estoy escribiendo, escribo para mí, para poder aclararme y saber qué me pasa. Vivo tan pendiente del amor que, aunque todas las historias me parezcan diferentes, en realidad son sólo dos historias que se repiten, sólo dos historias, con fe y sin fe, los que aman con fe y los que aman por necesidad.

Yo amo y he amado sin fe, sin convicción, ¿soy culpable por eso?, ¿soy culpable de no hacer del amor una religión?, ¿de no llevar la fidelidad como un estandarte que me preserve de la Gran Tribulación?

Ah, amigo, ya hemos dado con la piedra de toque, la fidelidad, para mi esa gran desconocida, que sí, que es cierto, que preserva de tribulaciones y desdichas. No sigo, ¿para qué? Si ya sé lo que sé ¿para qué insistir en que lo que sé no tiene arreglo?

Si no existiera la memoria muchas cosas no tendrían sentido, aunque sepamos que no tienen solución, y por eso la memoria me recuerda, hasta en sueños, que ya querría yo en mi vida besar los años que ella dejó.

Francisco Cárdenas, notario en ejercicio