Temblad, temblad, machistas

Zoom impertinente

 

El pasado 5 de febrero, en un encuentro de la segunda división juvenil femenina de fútbol entre el Terrassa y el Viladecans, el equipo de veteranos masculino gritó a las futbolistas: «Iros a la cocina, iros a fregar, sois una mierda, sois unas guarras». Y profirieron sus lindezas tan reiteradamente y con tanta vehemencia que la colegiada, según consta en el acta arbitral, tuvo que detener el encuentro.

Las jugadoras de ambos equipos protestaron contra los insultos con una sentada en el centro del campo.

Las razones de tales injurias, según la declaración del líder que abanderaba la agresión, me sobrecogió: «Ellas nos contestaron, nos llamaron viejos y nos dijeron que no nos metiéramos donde no nos tocaba».

Imagino al portavoz del equipo de veteranos, justificando su actitud, pálido y con la voz quebrada, mientras dice: “Nos han contestado”. Cuánta inseguridad, cuánto miedo. Solo el pánico les pudo incitar a responder con esa virulencia a  unas futbolistas que les pedían que no se metieran en lo que no les correspondía.

Pero así son los machistas, tiemblan ante cualquier pequeño gesto de reafirmación de las mujeres y se lanzan en tromba sobre la díscola. ¿A qué mujer no la han llamado “puta” por contestar a una ofensa  denigrante o querer estar en un lugar que  “ellos” consideran de su propiedad?

La más pequeña ráfaga de viento que cuestione sus dominios, les provoca  pavor y se revuelven como víboras. Sienten terror. Y con razón. Sus privilegios tienen los días contados.

Hay muy malas noticias para “ellos”. Las mujeres vamos a contestar siempre, y cada vez con más fuerza, a sus agresiones, a sus insultos, a sus intentos de arrebatarnos las libertades que hemos conseguido.

Nos vemos en la obligación de comunicarles a todos los machistas y en especial a los más rancios, a los que empiezan a asomar la patita pensando que pueden deshacer los triunfos logrados, que  no hay vuelta atrás en los derechos que el feminismo con sus luchas continuas en  la calle, en el parlamento y en las instituciones ha ido conquistando.

Sí, muy malas noticias para todos estos que sueñan con hacer la vida de las mujeres un campo por el que transitar a su gusto y merced. Además, les informamos para que luego no se sientan sorprendidos y la cólera les explote en el hígado, que a esta batalla se incorporan cada vez más chicas jóvenes que exigen sus derechos y gritan que son dueñas de su cuerpo y su sexualidad, con la fuerza y la pasión que les da el saber que tienen razón; que a nuestro lado, acompañándonos en la batalla de las instituciones y la calle, hay muchos hombres que quieren amigas y compañeras libres, iguales a ellos en los derechos.

Lo siento por “vosotros”, pero el feminismo ha venido para quedarse. Mientras siga existiendo el terrorismo machista, la desigualdad en el trabajo y en los salarios; mientras nos exijan falditas cortas como requisito para la contratación en algunos trabajos; mientras unos pasos, a nuestras espaldas, por la noche, solo nos tranquilicen si comprobamos que se trata de una mujer. Mientras no desaparezca la innumerable lista de injusticias que padecemos, vamos a continuar la batalla.

El feminismo ha venido para quedarse. Insisto. Solo tenéis que observar vuestro alrededor con una mirada que os trascienda el ombligo y comprobaréis  cómo invade las calles, la vida cotidiana, la vida política, la personal.

La ola lila lo está inundando todo. Así que para “aquellos” que se empeñan en bloquearnos el camino, solo podemos decirles:

¡Temblad, temblad, machistas!