Testimonio breve
Para algunos una sonrisa es tan sólo un ejercicio muscular. Para mí, por ejemplo. Y no voy a explicar más. Ni tengo interés en justificarme ni voy a hacerlo. Desconozco el valor de la sonrisa. Y no digamos el de la risa, los ja-ja, je-je, ji-ji, jo-jo y ju-ju me fastidian. Los más creativos y desagradables añaden el jua-jua. Y menos mal que sólo tenemos cinco vocales.
He dicho que desconozco el valor de una sonrisa y no es cierto. El principio de adaptación es el principio de supervivencia. A eso se dedican multitud de monos humanos que en lugar de bajarse los pantalones sonríen. Han olvidado el valor del coraje y la dignidad y con sus sonrisas de bobo quieren congraciarse con el mundo.
No digas nada, te comprendo. Tienes alma y sabes que nadie va a salvarte. Y nadie va a hacerlo porque de la misma forma que nadie puede comer o beber por ti nadie puede salvarse por ti. Y si comen o beben o se salvan por ti no es a ti a quien aprovecha todo eso. No vivimos para gozar de la gloria ni de la victoria. No es ese el sentido de la Naturaleza. Y todo lo que sea tergiversar el sentido de lucha y convertirlo en gracias y buenas maneras es perpetuar una mentira.
El ser humano es muy listo, sí. Y sabe engañarse muy bien. Y lo hace con argumentos reversibles y la palabrería adecuada, pero, por favor, hazlo siendo consciente que eso sólo se justifica con tu debilidad y tu cobardía. El mundo va de derrumbe en derrumbe y tú, dentro del derrumbe que te ha tocado vivir, no oyes el ruido. Ya te darás cuenta.
No indico mi nombre. ¿Para qué?