I
Un sapo que piensa en todo, es todo corazón. Por eso no puedo dejar de hablarles a Vds. sobre los temas que me preocupan. Hoy le toca el turno a eso que la moderna crítica contemporánea de literatura llama: autoficción, un subgénero, supuestamente incluido en el general de novela, basado en la reconversión de hechos ficticios que sólo suceden en la mente del escritor, pero que, contados con toda suerte de subterfugios, muchos de ellos provenientes de otros géneros, como la poesía y el ensayo, dan como resultado un texto que parece escrito en primera persona por un autor al que le han sucedido cosas.
II
Si no fuera porque nunca he sido alguien al que le interese en verdad la taxonomía de los géneros literarios, diría que esta especie de diario que les brindo mensualmente, encharcado en mil y un subjetivos pronósticos sobre otras tantas innúmeras ideas que pululan en el enrarecido ambiente de esta charca, pertenece también al subgénero de la autoficción, y que si el lector, es decir, usted, parase un instante a contemplar el papel central que ocupo, encaramado en soberbia pose en una hoja de loto flotante, repararía a buen seguro en que la mejor definición de lo que sea la autoficción se parece sospechosamente a mí.
III
Sospechas aparte: si seguimos, inveteradamente, añadiendo a la clasificación general de las ciencias (?) literarias, aspectos inherentes al hecho de escribir, como si representasen rasgos definitorios de una nueva manera de narrar; ¿cuándo vamos a saber distinguir con exactitud la llegada de un verdadero mesías escritor?
IV
Distinguidísimos lectores; yo les animo a que rechacen, por ambiguas, todas las sugestiones de lectura que vengan precedidas por algún tipo de prestigiosa clasificación en el ranking del cuentacuentos profesional, y apliquen el algodón de toda la vida: la lectura total. Esa que no soportaría leer nada más que las páginas necesarias para tirar el libro a la basura, o leerlo del tirón. A estas alturas omniscientes de la sabiduría, huelga otro método de juicio que no sea el aprobado, o el suspenso.