Casi nadie ve los documentales de la 2 y es una pena, son muy instructivos. Haciendo los paralelismos oportunos nos pueden ser muy útiles para comprender nuestra vida y nuestra sociedad.
“En la época de celo los machos pelean por dos causas: por conseguir una hembra o por conseguir algo que le gusta a esa hembra. En este caso, si la hembra queda satisfecha, aceptará al macho”. Era uno de esos documentales que no trata de ningún animal en particular sino de una característica general común a todos los animales.
Era por la tarde, después de comer, y yo estaba somnoliento. Los animales machos se peleaban entre ellos, iban de acá para allá, cantaban lo mejor que podían y hacían cosas inverosímiles.
El caso es que me quedé con la idea de que si, en la época de celo de los animales, había todo ese trajín, ¿qué pasaría con los seres humanos que siempre están en época de celo? Porque, salvando las distancias, que no son muchas, los humanos nos parecemos a los animales. Eso creo.
Anillos de diamantes, vestidos, coches, viajes… son cosas que gustan; un príncipe azul, decían antes, un mirlo blanco, dicen otras, te trataré como a una reina, dicen ellos… todo ayuda, todo ayuda a conseguir lo que la naturaleza exige con urgencia. Le pones al telediario una voz en off impostada narrando la cuestión y ves a los machos luchando por el poder, negociando, traficando para conseguir algo que le guste a sus hembras.
La vejez es uno de los últimos naufragios y lo que no se consigue con la lozanía perdida se puede conseguir con el presente adecuado y dispuesto sin menudeos. Ven, ven, ven, toma y dame. Aún viejos, siguen y siguen.
Con la muerte (en algunos un poco antes) la época de celo se termina, descanse en paz, ya acabó. Un largo suspiro de viudas recoge los restos del festín que fue su vida.
Federico Marnés, jubilado.