No me digas ya nada
No es necesario remover las aguas del pozo negro
Ni batir las palmas para ahuyentar las aves oscuras de la memoria
Aquel desamor, ciertamente
Nos lanzó al resto del calendario hechos pluma sin ala
Dispersas brisas, nocturnos rumores, ecos de nada
No, no me mires, calla
Aunque te halle de nuevo convertida en brisa, eco o nada
No hay derecho que resucite nuestro amor
Nadie puede percibir todavía como yo el viejo aroma de la gangrena
Ni ver en el aire las finas venas necróticas que nos arruinaron
Lentamente como cuchillas de un microscopio
Déjame partir de una vez, ten compasión
Tanto ha llovido desde que nos dijimos el doloroso adiós
Y todavía me atan a ti cadenas de aire, noches de soledad compacta
Ecos
Revivamos el gran adiós una última vez y enterremos
Nuestros cuerpos puros de antaño
En el camposanto de la desmemoria
Y no me digas ya nada si nos encontramos en la calle
O en la plaza, en la ciudad o en la pradera
Crúzate conmigo silenciosa
Mira a otra parte
Y pasa.
Fotografía: Elena Garnelo