Me convenía y me apetecía el viaje a Barcelona. Aproveché para comentárselo a mi marido en el momento oportuno.
La amante
José María R. RelañoSin astrolabio, brújula ni sextanteLa primera vez que el amante subió a casa, ella le mostró la mesita de caoba donde hacía solitarios.
La doméstica de don Álvaro
José María R. RelañoSin astrolabio, brújula ni sextanteAl estruendo de los cántaros, la doméstica de don Alvaro, que trajinaba de espaldas a la calle, volvió la cara y miró de frente.
Horacio, el rescatador
José María R. RelañoSin astrolabio, brújula ni sextanteAquella mañana ocupaba la mesa camilla un letrado de gran fama en las tierras altas de Hernán Perea.
Amanda
José María R. RelañoSin astrolabio, brújula ni sextanteDisparó tan a bocajarro que su sangre corría por el rostro de la mujer.
Fray Mateo
José María R. RelañoSin astrolabio, brújula ni sextanteFray Mateo, arrepentido, no solicitó nunca más la disoluta docena de huevos.
Tres cuentos verosímiles
José María R. RelañoSin astrolabio, brújula ni sextanteEl segundo cuento tiene por escenario el vagón de un tren-correo con destino a Madrid.
La princesa casadera
José María R. RelañoSin astrolabio, brújula ni sextanteA nosotros nos interesa lo que ocurrió cierta y verdaderamente, lo real.
Como si nada ocurriera
José María R. RelañoSin astrolabio, brújula ni sextanteEl loro estuvo a punto de infartar.