Exhumación poética de “La Pesca de la Trucha en América” (Richard Brautigan)

Gabinete de labios periféricos

 

Mi libro favorito de Brautigan es La pesca de la trucha en América (1967).

Y digo “libro” porque no sé a qué especie pertenece:

sólo sé que se lee en un rato pero que dura para toda la vida.

Rodrigo Fresán

 

Se ubica a  Richard Brautigan (1935-1984) en la Generación Beat. Fue poeta y escritor. Su infancia en un entorno más que desestructurado y su azarosa vida le llevaron a una existencia caótica y difícilmente definible, como la obra que nos ocupa. El ejemplar de mi gabinete, con traducción de Pablo Álvarez Ellacuria, es una cuidada edición de tapa dura que respeta absolutamente la original.

La Pesca de la Trucha en América (1967) proporcionó a su autor fama y dinero. Bastante dinero. Pero Brautigan lo gastó con alegría. Viajó por los Estados Unidos, fijó durante una época su residencia en Japón, se alojaba en el Ritz de Londres. Hacía regalos. Reconocía no saber gestionar un éxito literario y económico que no se repitió. Era alcohólico y sus cambios de humor legendarios. El hombretón de metro noventa manifestó siempre dificultades de adaptación al mundo, una severa tendencia a la depresión y algunas de las numerosas mujeres que compartieron su vida y sus amigos así lo confirman.

Un dato curioso: Brautigan, en su novela The Abortion: An Historical Romance (1971) imaginó una biblioteca de obras inéditas rechazadas por editoriales. En homenaje, Todd Lockwood (Burlington, Vermont) fundó The Brautigan Library en 1990. En 2010 la biblioteca y sus contenidos se trasladaron a la Universidad Estatal de Vancouver, Washington, a cargo de John Barber. La web de la biblioteca está activa y recibe originales también en formato digital. Su sistema de clasificación es el “Sistema Mayonesa” y consta de trece categorías generales, el año de presentación y el orden de recepción. En la primera sede de la biblioteca, tarros de mayonesa vacíos actuaban como separadores entre las categorías. ¿Y por qué esta obsesión con la mayonesa? Pues porque Brautigan dejó escrito en el penúltimo capítulo de la obra que nos ocupa lo siguiente: “Como expresión de una necesidad humana, siempre quise escribir un libro que terminase con la palabra «mayonesa»”.

¿Sorprendidos? Pues aún hay más, amigos. Está documentado  el caso de un norteamericano que en 1974 se rebautizó a sí mismo como La Pesca de la Trucha en América (Trout Fishing in America) y que acabo siendo profesor de inglés en Japón. Me imagino la expresión de los alumnos nipones cuando, el primer día de clase, escribía su nombre en el encerado.

Leer La pesca de la trucha en América es una experiencia curiosa, divertida; en ocasiones, hilarante. La visión del mundo de Brautigan es una hermosa iluminación a veces lisérgica y siempre deslumbrante. Tal vez por no poder soportar ese mundo que tantas veces le había sido hostil, Richard Brautigan se disparó un revólver Magnum 44 en la cabeza. Su cuerpo no fue hallado hasta semanas después en su cabaña de Bolina, California.

Brautigan publicó 10 novelas en vida (póstumamente se publicó An Unfortunate Woman: A Journey, 1994). Y es el número 10 el que utilizaré para exhumar el poema. Así, de la página 10 y de sus múltiplos (hasta la 150) elegiré un verso que formará parte del poema que he titulado de manera homónima al libro. Pero en esta ocasión hay, además, un último verso adicional. Siguiendo el deseo del autor, y como era de esperar, me he impuesto que conste solo de una palabra: mayonesa.

 

La pesca de la trucha en América

 

Como un cerdo emplumado

dentro del capuchón

pasé mucho tiempo metido en el baño.

 

La trucha saltaba

cada puñetera vez

en el manicomio

pollos y buzones entrando y saliendo

con entusiasmo

en la misma habitación

de seis kilómetros.

 

Hacia finales de octubre

en Big Wood River,

como un termómetro,

me quedé mirando

un plumín de

mayonesa.