Exhumación poética de «La canción NOF4» (Raúl Quinto)

Gabinete de labios periféricos


Se escribe para ser fuera del cuerpo y continuar ahí después de haberse ido.

Raúl Quinto

La canción de NOF4 se ubica en mi gabinete en una sección que, de llevar una etiqueta, ésta sería de color tizne y, en letras nerviosas y sesudas, en mayúsculas, podría leerse: RAREZAS MUY RARAS. Y no es una hipérbole. Para justificarlo, me limito a reproducir las primeras líneas de la contraportada: «Fernando Oreste Nannnetti (1927-1994) padecía esquizofrenia y pasó la mitad de su vida recluido en el pabellón penitenciario del manicomio de Volterra, en cuyo muro escribió un libro de más de setenta metros de largo ayudándose con la punta metálica de la hebilla del chaleco de su uniforme». El autor que pone a nuestro alcance esta historia cruel y a la vez llena de una extraña luz (una luz literaria, de vida pese a todo), afirma que Nannetti «vivió en los márgenes de lo humano», cuando ser esquizofrénico implicaba una institucionalización cruel y devastadora. Cuando los manicomios (y especialmente los penitenciarios) eran cementerios de personas vivas.

Pero Raúl Quinto no se limita a describir a un presunto loco que escribe en la pared con su hebilla, arañando la superficie para dejar el rastro de las palabras, tal y como hace tanto tiempo practicaron los primeros escribidores sobre tablas de arcilla. El autor (que es poeta, y se nota) nos maravilla con la descripción de la voluntad de Nannetti para diferenciarse del resto de internos, para afirmar su identidad, escribiendo sin cesar en la pared, proclamando con la erosión que él es humano, que no es un zombi, que vive hacia dentro y que tiene sus propias ideas.

De este modo, a través del personaje de Nannetti, se despliega ante nosotros una reflexión sobre la escritura, sobre la condición humana y su frecuente relación con conceptos que pretenden uniformarla, mediante la hibridación del género biográfico, el histórico, el ensayo o el poema en prosa. Recursos que se ponen al servicio de una gran historia que podemos también observar físicamente mediante las fotografías y diagramas que ilustran la obra demencial de uno al que llamaban loco.

Leyendo la historia de Nannnetti nos adentramos en territorios donde se evidencia el caos de la vida, el sinsentido y el dolor que provocan tantas esquinas de la existencia. «Esto no es un ensayo —nos dice el autor—. Esto es una canción para tararear al borde del precipicio».

Para exhumar el poema, tal vez con la voluntad de escribir esa canción orillada en el abismo, decido partir del primer capítulo del libro. Se ubica en la página 7 y tiene tan poco texto que decido que éste sea el título del poema que exhumaré. Después, de las siguientes páginas múltiplo de 7 (14, 21, 28… 105) elegiré un verso hasta componer este poema surgido de la voluntad de uno que decidió convertir 70 metros de pared en el legado de su aciago paso por el mundo: Fernando Oreste Nannnetti.

Escribir para qué. Escribir desde dónde.

Runa significa secreto
una autopista del espíritu,
el virus romántico
respirando hueso.

Dentro de las ruinas:
cicatrices, niebla.
La luna es una escalera
mundo descosido
luz rota
milagro
espejo de nieve cerrada.

Dios es un bastardo
paso de cebra.
Es el foso de los cocodrilos.