Yo también tengo esos síntomas

Las horribles historias de Sileno

Es difícil explicar lo que me pasa, doctor. Creo que tengo una cucaracha en el cerebro, o una mosca, o un avispero. ¡Algo se mueve dentro de mi cabeza, se retuerce y crepita! Es una especie de cosquilleo que no desaparece ni escuchando música a todo volumen ni chillando en el campo de fútbol; un picor para el que no sirven las caricias ni los golpes, porque resulta inaccesible.

¿Le han escocido alguna vez los pelos, le han picado los huesos o los dientes? Hablo de un runrún insoportable, doctor, como un enjambre de abejas zumbando en mi cabeza, como una rata que hurgara día y noche queriendo escapar de su escondrijo. A veces, cuando trato inútilmente de dormir, siento una procesión de gusanos excavando túneles en mi cerebro. Otras, es una herida que se estira desde el cogote hasta el paladar y quiere asfixiarme.

¿Ha oído hablar de algo parecido? ¿Una epidemia, dice usted? Me tranquiliza saber que no soy el único. ¿Y qué se puede hacer, doctor?

Sí, en efecto. Algunos días, al levantarme por la mañana, descubro algo de polvo en el pabellón de las orejas. Un polvillo harinoso y grasiento, de color amarillo. ¡Vaya! ¿Así que ese polvillo es otro síntoma de la enfermedad?

Ahora, por ejemplo, tengo el picor localizado en la nuca. Pero es inútil que me rasque. Si lo hago, el picor se aleja hacia dentro y no hay manera de calmarlo. A veces va bien remojarse la cabeza con agua fría, pero el alivio solo dura unos minutos.

¿Y dice usted que no hay tratamiento? ¿Algún calmante? ¿Pastillas para dormir? ¿Nada? Pero dígame, doctor, ¿no será todo esto fruto de mi imaginación? ¿Tensión nerviosa, ansiedad? ¿No? Entonces, ¿cómo se explica?

Pero, ¿qué me dice usted? ¿Que no tengo una cucaracha en el cerebro, ni un gusano, ni una hormiga… sino miles de ellas? ¿Que son termitas? ¿Que el polvillo que sale de mis orejas no es otra cosa que serrín? ¿Que soy un tarugo?