Oye, tú, te voy a decir algo: del odio también pueden nacer frutos cojonudos. Y si no, mírate…
Lo que no entiendo es tu cara risueña, y la pose… Porque “¿a cuento de qué se ríe? —digo yo— si solo tiene razones para largarse o pegarse un tiro, ¡cacho mamón!”
Todo es poco para ti, por lo que veo: ¡vivan las emociones fuertes!, aunque te partan el alma. Por eso debe ser que tu rictus te traiciona, con la mueca inope de los imbéciles. ¿No te gustaría finiquitar de una vez por todas esta farsa?
Ninot, si estás ahí es porque muchos te odian y tú lo sabes, pero, pese a todo, aún te quedan ganas de reír. Increíble. ¿Ves?, no siempre el odio engendra más odio. A veces también puede encender llamaradas que consuman caricaturas prodigiosas como tú, y con ellas el rencor que les dio vida.