Los colores

Pneumas


Sí, sí… son esos inesperados colores emitidos desde aquellas botellas de cristal los que ridiculizan la grisura de la civilización actual.

Rojo burdeos chauvinista, verde lima clarificado, rosa sucio, amarillo turbio, azul amañado, añil con reflejos pardos… sí, sí, son muchos colores.

Desde esas botellas transparentes emiten radiaciones de calidez espermatizando los licores que pueden prevenirnos de decadencias del espíritu. Sí, sí, del ánimo.

Un ánimo apaleado, alicaído y tullido. Sí, sí, castigado por lo novedoso del futuro que ha llegado inopinadamente para instalarse en nuestros pasos y en nuestras sonrisas.

Sí, sí, también en nuestras sonrisas, camufladas bajo la indiferencia hilada de una tela, de un tejido caduco que aborta empatías y abotarga saludos.

Una máscara transformadora que, sí, sí, debemos retirar de nuestros gestos para no dejar en el pasado lo que desde el futuro nos piden no usar en el presente.

Sí, mojemos del todo, sí, empapemos esas telas mal agestadas, mal arrostradas, para emborracharlas con los licores destilados ensimismados de colores y de vapores.

Manchemos de esencias etílicas esas sobrecaras textiles que mitigan nuestras expresiones. Sí, sí, reguemos de esencias que calen, impregnen y rieguen los rostros opacados.

Dejemos al alcohol de colores que perfume el aliento con coraje. Sí, sí, vertamos folclóricos líquidos embriagantes para aclarar los grises de todos nuestros presentes. Sí, sí, es necesario, sí, es perentorio, sí, es visceral buscar la borrachera emocional entre los colores de cristal que las botellas transparentes emiten para dar luz a las sombras. Sí.



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