Tengo una piedra
que habla y dice » «.
Un fragmento
triangular
de piedra.
Una ciudad destruida
hace muchas generaciones.
Los otros fragmentos,
cientos, miles,
fueron esparcidos
sin orden ni concierto.
Un gran anhelo,
un deseo sin fin:
buscar la cuna
del hombre muerto,
el reencuentro con el alma
que busca descansar en paz.
Esta piedra se encuentra
hoy
tranquilamente
posada en la estantería
de mi habitación
y continúa diciendo: » «.
Pero ahora los fragmentos,
limpios de toda mancha,
fotografiados, uno por uno,
organizados en el suelo
del gran salón,
son una gran lápida
de nuevo.
Una vez más:
fragmento al fragmento,
como una resurrección,
un mosaico,
un rompecabezas.
Un juego de niños.