Exhumación poética de “Tristam Shandy” (Lawrence Sterne)

Gabinete de labios periféricos

 

Cuando muera, se pondrá mi nombre en la lista
de esos héroes que murieron bromeando.

Lawrence Sterne

 

 

El título completo de la obra aquí exhumada es Vida y opiniones del caballero Tristam Shandy. El ejemplar de mi gabinete es una edición de Fernando Toda (autor a la vez de una extensa e interesante introducción) y cuenta con traducción de José Antonio López de Letona. Una seria pero abigarrada edición de bolsillo (de tipografía jibarizante) que, en unas 650 páginas, condensa esta obra que revolucionó el incipiente género de la novela en pleno siglo XVIII.

Lawrence Sterne (1713-1768), publicó la obra, como era habitual en la época, por entregas. Los dos primeros volúmenes se publicaron en 1759 y los siete restantes a lo largo de los ocho años siguientes. Sterne era sacerdote de la Iglesia de Inglaterra y fue famoso también por sus extravagantes sermones. Pero la excentricidad de Tristam Shandy es lo que le dio más popularidad. No podemos, como siempre,  ser exhaustivos, pero vale la pena señalar algunas características formales de la obra: inclusión de símbolos y otros recursos gráficos, una página totalmente negra, capítulos cuyo contenido es una sola línea o únicamente su título ordinal, cambios de tipografía, reserva de una página en blanco para que el lector pueda dibujar…

Si nos referimos al contenido y al estilo, nos hallamos ante una autobiografía, pero con inserción constante de saltos temporales y, sobre todo, de digresiones y anécdotas. Se ha dicho que Tristam Shandy es como detonar un explosivo. Este jocoso y constante irse por las ramas es aprovechado por el autor para plantearnos multitud de temas y reflexiones, interpelando a menudo directamente al lector: la sexualidad (especialmente hilarante es el apartado donde se hace un tratado de “las narices” refiriéndose al pene), los insultos y sus formas, la ingeniería militar, la filosofía, la teología o la influencia de los nombres propios en cada ser humano. Baste decir que el protagonista no habla de su nacimiento hasta el libro III, aparece brevemente en el IV para desaparecer en el VI. Carlo Levi apunta a que este “no estar” en la novela, este demorar su nacimiento, denota que “Tristán Shandy no quiere nacer porque no quiere morir”.

Tampoco Sterne se amilana por apropiarse de párrafos enteros de otras obras, o incluir largos fragmentos en francés y latín que a menudo ni traduce. Y, por encima de todo ello, la ironía, el humor. Un humor que nos transmite unas enloquecidas ganas de vivir y que sigue absolutamente vigente más de doscientos años después de su publicación.

Por último, es obligado citar a Enrique Vila-Matas, que en su Historia abreviada de la literatura portátil (1985) describe a un grupo de artistas denominados “Shandys” que, según él mismo nos cuenta, son “también llamados portátiles, conjurados de los años 20 que adoptaron este nombre en referencia al dialecto de algunas zonas del condado de Yorkshire (donde Laurence Sterne, autor del Tristram  Shandy, vivió gran parte de su vida), donde significa indistintamente alegre, voluble y chiflado”.

Para exhumar el poema de la obra utilizaré el número 9, puesto que los 9 libros que la componen se publicaron a lo largo de 9 años. Es más, si sumáramos ambos (18) y a la vez volviéramos a sumar sus dígitos (8+1), el número volvería a ser 9. Decido que de cada uno de los 9 libros, visitaré las primeras 3 páginas que contengan el número 9 en su paginación, de las cuales obtendré un verso. Así, la composición final constará de 27. El título es el del protagonista de la obra y por el que la novela es comúnmente conocida.

 

Tristam Shandy

Escribir
en vez de pararse a pensar,
con toda la bizarría posible
de la arquitectura,
mi total ignorancia sobre el sexo.

Sin mezcla de exaltación alguna
sobre la marcha
en la habitación de mi madre,
con tanta liberalidad,
un trompeta y su mujer
sostenían
planetarum coitio
tres veces.

Movimientos tan sorprendentes
con tan procelosa marea
arremangándose la camisa
con el pie descalzo
entre la borrachera.

La segunda, la tercera, la sexta
con prisas
exactas.

Tanto calor y precipitación
contra diversos flancos
(hasta las orejas!).

Nunca me ha sido dado penetrar
tan lascivo
los agujeros.