Pereza del nombre, del exigente dictado de ser sólo uno.
Rachel Fasten
La rara (y única) novela de Rachel Fasten (en su primera −y única− edición mexicana de 1973) cuenta con la traducción de Leonora Tinajero López y la portada ilustrada por Ricardo L. Entrevías. Después de una farragosa búsqueda (cuando internet era más una intención que una herramienta) y un dispendio anormal para mi economía siempre agónica, esta novela breve, extraordinaria, rara y esencial reposa en mi gabinete arropada por la obra de Sergio Pitol y Roberto Bolaño.
Facies nos cuenta la peripecia de una protagonista femenina de la cual se desconoce el nombre. Descendiente de una familia judía que sobrevivió al Holocausto, mientras ejerce la geología en el parque natural de La Forêt d’Orient, cerca de París, descubre (enterrado y protegido por un estuche de cuero) el diario de viaje que escribió el escultor Constantin Brancusi, el año 1904, mientras viajaba a pie desde Rumanía a París, atravesando Hungría, Austria, Alemania y Suiza. La geóloga toma su hallazgo como una señal y resuelve abandonarlo todo. Siguiendo las pautas del diario, decide reproducir el viaje de Brancusi al pie de la letra. Su objetivo es seguir las palabras del escultor y analizar los sedimentos de la tierra que pisó. Si la fortuna le presta su ayuda, espera poder desenterrar las esculturas que Brancusi realizó y enterró a lo largo de su periplo y que se localizan, describen y esbozan en el diario de manera detallada. Mientras analiza los estratos y sedimentos de la ruta, la sorprende el hallazgo de vestigios de cenizas procedentes de los campos de exterminio nazis que se ubicaron cerca del camino seguido por Brancusi. El arte más sublime enterrado por las cenizas de la barbarie. Capas sucesivas de lo mejor y lo peor de la condición humana.
La autora, Rachel Fasten, es un misterio. A la extraña y azarosa trayectoria de su única obra conocida, se une una biografía casi inexistente de la que solo podemos obtener algún indicio en un artículo aparecido en la revista mexicana Vuelta, el año 1974, firmado por Amando Reyes, quien hizo posible la edición en traducción del alemán de la obra que aquí será exhumada poéticamente. Reyes refiere que conoció a la autora en Berlín, donde él estaba realizando su doctorado, en 1971. Una mujer joven y reservada, recientemente huida del Berlín Este y que le mostró el original de Facies. Pese a sus intentos, ningún editor alemán se interesó en aquella obra, que él considera notable. A su regreso a México (no sabemos si en compañía o no de Rachel) consiguió que una pequeña editorial independiente publicara su traducción. La obra permanece inédita en su alemán original y no he podido encontrar ninguna otra noticia al respecto. Conocí Facies gracias a una entrevista radiofónica a Roberto Bolaño tras el éxito de Los detectives salvajes, cuando comenta que el apellido de Cesárea Tinajero era un homenaje personal a una traductora del alemán que había conocido en DF.
Para exhumar el poema, utilizo la distancia que Brancusi recorrió a pie. Esto es, los 2.155 Km que separan Bucarest de París. Sumando los dígitos de la distancia, obtengo el número 13. Así, de la página 9 (primera de la novela) tomaré el título del poema y de las siguientes páginas (sumando 13 sucesivamente: 9-22-35… 204) un verso hasta componer el poema siguiente:
Estratos
Brancusi avanza
pulida roca
rama torturada.
Hojarasca en los caminos
el humo escribe
el cielo constante
los amantes ciegos
la tragedia extraviada
orillando musgo.
Enterrados rastros
ceniza ominosa
viejas colinas.
París en la distancia
al alcance de tus ojos cincel.