Giuseppe Tomasi di Lampedusa
Si queremos que todo siga igual, es necesario que todo cambie.
Que alguien, sin mediar todavía la veintena, te recomiende enfáticamente El Gatopardo no es común. Esos treinta y tantos años de diferencia entre mi amigo Albert Gener M. y yo no separan nada, puesto que nos une la certeza de que la buena literatura y la obsesión por escribir son razones suficientes para escupir jocosamente a la cara del mundo y amar la vida.
Giuseppe Tomasi di Lampedusa, el autor que desde ahora ocupa un lugar preeminente en mi gabinete, no pudo saborear el éxito de El Gatopardo (1958). Murió el año anterior, poco antes de poder corregir las galeradas de su única y maravillosa novela, que se ha convertido en un clásico indiscutible del siglo XX. El libro fue repetidamente rechazado por editores que no quisieron prestar atención a una obra que, según su criterio burriciego, era decimonónica y alejada de lo que debía ser la novela moderna. Una vez publicada, el éxito fue inmediato, las ediciones se sucedieron y en 1963 Luchino Visconti dirigió su personal visión de El Gatopardo, con banda sonora de Nino Rota y protagonizada por Burt Lancaster, Claudia Cardinale y Alain Delon.
Mi ejemplar, con traducción de Ricardo Pochtar, cuenta con un posfacio de Carlo Feltrinelli (hijo del editor que siguió el consejo de Giorgio Bassani, asesor y director editorial) y es una nueva edición (2019) revisada y prologada por Gioacchino Lanza Tomasi, primo, hijo adoptivo y asistente del autor.
La obra está protagonizada por Don Fabrizzio, príncipe siciliano de la Casa de los Salina, que con decepcionada ironía y elegante resignación observa los cambios en la Italia de la segunda mitad del siglo XIX: Garibaldi, la ascensión al trono de Víctor Manuel II, el poder de la burguesía como clase dominante y la decadencia irreparable de un modo de vida. El autor (también miembro de la nobleza) se inspiró en su bisabuelo (Giulio di Lampedusa) para retratar al personaje que, como el príncipe, era aficionado a la astronomía.
Giorgio Bassani, en el prólogo a la primera edición, recomienda «Leer la novela de pies a cabeza, con el abandono que reivindica la verdadera poesía». Cuánta razón. Los cincuenta años en los que se desarrolla la obra no la convierten en una novela histórica, sino en la historia de una vida que reflexiona, en un retrato psicológico de Don Fabrizzio, que va progresivamente alejándose de los acontecimientos, convencido de que la historia se repite en sus errores y que las vidas son fútiles y su decadencia solo nos lleva a la muerte irremediable.
Pero como señala Peter Robb, «El sublime secreto de El Gatopardo es que resulta afectuoso, humorístico y sensual en su evocación de ese mundo perdido, pero nunca sentimental ni nostálgico». Incluso el príncipe siente compasión por sus semejantes, inconscientes de lo irreparable de la propia vida, afirmando que «sólo tenemos derecho a odiar lo que es eterno».
Y un apunte final para curiosos. Sin querer dar pistas, sugiero la comparación de las últimas líneas de El Gatopardo con las de Bajo el Volcán de Malcolm Lowry. A veces las obras maestras guardan entre sí paralelismos inesperados.
Dos exhumaciones por el precio de una
En esta ocasión he decidido exhumar dos poemas de El Gatopardo. Con ello rompo un par de costumbres que hasta ahora habían estado presentes en esta sección: la primera, ajustarme a una extensión razonable; la segunda, exhumar un solo poema de cada obra. Permítaseme esta licencia gatopardesca. Como señala la cita inicial, a veces hay que cambiarlo todo para que todo siga igual.
Así, la traba para exhumar el primer poema es simple y el poema resultante es extenso. Como contrapartida, el segundo poema exhumado es breve pero el cálculo de la traba es complejo y me temo que su explicación será tediosa. Siento parecer pelmazo, pero en esta ocasión el capricho se impone. No obstante, no olvidemos que el lector, en su omnipotencia, puede decidir aplazar su lectura o, simplemente, abandonarla y esperar a exhumaciones menos prolijas (que las habrá).
Primera exhumación poética de El Gatopardo
Sumamos los números que componen el año de la muerte de Lampedusa (1957=22) con los del año de la publicación de El Gatopardo (1958=23). El resultado (45) se suma de nuevo y obtenemos 9. A partir de la página 37 (primera de la novela) sumaré sucesivamente 9 para exhumar un verso de cada una de las páginas resultantes (37, 46, 55… 296). La última página debería ser la 298, pero ya no corresponde a la novela. Por tanto, opto por exhumar el último verso de la última página de la obra (296).
El Gatopardo
La serena voz del príncipe
fastuosamente mediocre:
una especie de euforia sin esperanzas.
Con la artillería de la historia
metió el periódico en una gaveta
con unas ganas incontenibles.
El sol irrumpía brutalmente
en traje de etiqueta.
Quería que alguien olvidara
las flores de la pasión
las brillantes corazas
de la indolencia.
El aire de marmórea abstracción.
Apresuradamente
solo deseaba entregarse a esas manos.
La excitación
(azotes en presencia de su dios y de su feudo)
gatopardescamente
como bellísimos fantasmas mudos
de constantes sacudidas.
Perros entrando en una iglesia
amores salvajes y deshonestos
el tacto
de nietecillas que alzaban los brazos hacia el techo.
Los rostros de las damas
con la falsa sonrisa de regocijo.
La criatura que siempre había deseado
desde su instrumento de tortura.
Su indómita juventud
en un montoncito de polvo lívido.
Segunda exhumación poética de El Gatopardo
En este caso la traba está basada en las ocho partes de la obra y en su fecha correspondiente:
PARTE | mes | año | páginas | a | b | c | d |
I | 5 | 1860 | 37-74 | 2 | 10 | 12 | 49 |
II | 8 | 1860 | 77-111 | 5 | 7 | 12 | 89 |
III | 10 | 1860 | 115+154 | 7 | 12 | 19 | 134 |
IV | 11 | 1860 | 157-204 | 8 | 11 | 19 | 184 |
V | 2 | 1861 | 207-227 | 9 | 2 | 11 | 218 |
VI | 11 | 1862 | 231-255 | 10 | 6 | 16 | 247 |
VII | 7 | 1883 | 259-271 | 10 | 3 | 13 | 271 |
VIII | 5 | 1910 | 275-296 | 7 | 3 | 10 | 285 |
a – suma de los dígitos del mes y año y a la vez de la del resultado de dicha suma. Ejemplo de la Parte I: 5+1+8+6+0=20 y 2+0=2
b – suma de los dígitos del número de páginas de cada parte. Parte I: 74-37=37 y 3+7=10
c – a+b
d –página de donde se exhumará el verso, resultante de sumar c a la página inicial de cada parte. Parte I: 37+12=49
NOTA: la página a exhumar de la parte VII debería ser la 272, pero al estar esta y la siguiente en blanco, opto por exhumar el verso de la página anterior, la 271.
El Gatopardo
Adelante, vamos a Palermo
sedimento dulzón
apatía
sabor tan delicioso de su sangre.
Todo seguirá como antes:
la enigmática cabellera
los espacios estelares
los últimos peldaños.