Laura Wächter (Algeciras, 1987) es ilustradora y diseñadora editorial. Licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Granada, está afincada actualmente en la provincia de Málaga desde donde, como freelance, trabaja representada por la agencia Pencil Ilustradores. Ha realizado obra para Penguin Random House, El País, Oxford University Press, Alfaguara, Anagrama, Planeta, Blackie Books, McCann Worldgroup, Correos, UNED y Tusquets Editores, entre otros. Ha participado en numerosas exposiciones y ha sido finalista y ganadora en diversas convocatorias de premios para ilustradores y dibujantes. Ganó el primer premio de Creación Injuve en la categoría de Ilustración en 2009, fue seleccionada para el Catálogo Iberoamericano de la Ilustración en 2015, en los World Illustration Awards 2016, y recientemente ha sido ganadora de la categoría de cubiertas de libros en los World Illustration Awards 2020, otorgado por The Association of Illustrators (AOI) con sede en Londres, por la serie de ilustraciones que realizó para las cubiertas de reedición de cuatro de los libros de Annie Ernaux, publicados por Tusquets Editores entre 2019 y 2020.
“Laura Wächter es una ilustradora y diseñadora malagueña que con sus colores y formas suaves pretende mostrar al público la dureza de las diferentes situaciones de la vida”. (Natalia Olmos para Gráffica)
PREGUNTA.: Ante todo, felicitaciones por el novísimo premio en los WIA 2020. Qué bonitas esas cubiertas para Tusquets con motivo de la reedición de esos cuatro libros de Annie Ernaux que, por cierto, también fueron premio Formentor de las Letras 2019. Un premio importante para un ilustrador, ¿verdad? ¿Quizás el más importante recibido hasta ahora?
RESPUESTA.: Gracias por las felicitaciones, Montse. Y desde luego, para mí supone un reconocimiento increíble, no solamente al trabajo que he hecho en estas cubiertas en sí, sino a todos los años de evolución y de mucho esfuerzo y precariedad.
P.: Imagino que estás satisfecha con estas ilustraciones del encargo directo de Tusquets. Cuéntanos un poco el proceso… ¿Empiezas con la lectura de los libros para ilustrar la cubierta?
R.: En muchas ocasiones no es necesario hacer una lectura completa, porque la editorial tiene bastante clara la idea general que quiere transmitir, y con una sinopsis detallada es suficiente. Aunque suelo preferir leer todo el texto. En el caso de esta serie, leí los primeros (Pura pasión y El lugar). Para cuando llegué a los dos siguientes, ya me había empapado bastante del universo de la autora, y pude resolver bien el final del encargo con las sinopsis.
P.: ¿Es más laborioso concebir la idea o pasar a ejecutarla? ¿Con qué disfrutas más?
R.: El concepto se me suele resistir bastante más. Es la base sobre la que se construye todo el trabajo, y puede atascarse si no se dispone de un buen briefing, o si simplemente no tienes un buen día.
P.: El dibujo es la síntesis de lo que quieres transmitir… ¿Hay siempre algo de ti en la obra aunque sea un encargo?
R.: Depende mucho del encargo. Hay encargos en los que se encaja muy bien. Una buena dirección de arte sabe que cuando se deja espacio al mundo personal del ilustrador, es cuando salen los mejores resultados. En esos casos, sí que suele colarse bastante de mí misma. En encargos con menos libertad y más apretados, no puedo decir que haya mucho de mí. Hay muchos que han quedado en el olvido y ni siquiera he mostrado en mi portafolio, porque no me he sentido identificada con ellos.
P.: Tus ilustraciones recientes, como las de El País Semanal han sido, creo, importantes en este momento de tu trabajo porque han sido encargos realizados mientras nos encerraban a todos en casa… “Confined love” ilustraba un texto de Pablo León, “Noviazgo interruptus”, salió en el suplemento dominical de fecha 12 de abril de 2020, en pleno confinamiento… Una gran oportunidad para expresar una situación tan especialmente delicada, no ya tan solo por la agraviada salud física colectiva sino también por la emocional… Ahí está concentrado el mundo de los jóvenes, siempre tan libres y ahora tan cautivos… Hay en este dibujo una dicotomía, ¿no? ¿El distanciamiento físico, con la tecnología (internet, móviles), ya estaba ahí antes del confinamiento? ¿Nos encerramos en nosotros mismos?
R.: Como sociedad sí es cierto que veo una desconexión importante de los sentidos, evasión, y que esto requiere un esfuerzo enorme por nuestra parte para no perdernos. No me parece casual tampoco, el bombardeo de estímulos y de información sesgada, y el microuniverso adictivo que eso crea es abrumador. Yo me resisto a poner la responsabilidad en nosotros como “usuarios”, porque los humanos somos muy vulnerables ante estos mecanismos, y la manera en que las redes y las empresas usan la tecnología, es muy agresiva, y me parece un problema bastante grave que no se está abordando.
Pero “Noviazgo interruptus” no habla realmente de la desconexión (aunque se podría interpretar así), sino de una pareja que se mantiene viva como puede, a pesar de la distancia y el confinamiento. Tiene una carga personal importante. Para mí la situación actual ha supuesto que mi pareja y yo tengamos que estar en países diferentes y no podamos vernos desde que se decretó el estado de alarma en marzo. La tecnología supone estar muy expuestos a muchas cosas negativas, pero a nosotros nos ha salvado. Nos ha permitido vernos, charlar del día a día, poder darnos los buenos días, las buenas noches, y realmente sentirnos presentes, aunque no estuviésemos físicamente juntos.
P.: Las emociones son un elemento muy importante en tu obra. ¿El alma es compleja y profunda? ¿Cuáles son tus temas preferidos?
R.: Sí, desde luego. Suelo preferir temas personales o sociales, al final son cosas con las que es más fácil conectar o identificarse. Tengo más dificultades para representar temas abstractos o más alejados de la esfera humana, seguramente porque los disfruto menos.
P.: ¿Tu obra personal, la que no procede de encargo, tiene un proceso diferente? ¿Añade algo a tu obra profesional?
R.: Me la tomo con más calma (risas). Y es mucho más libre. Sí que aporta siempre cosas nuevas, porque permite experimentar bastante. Algunos encargos con directores de arte muy majos (guiño, guiño, vosotros sabéis quiénes sois) también suponen aportes importantes porque en ocasiones me permito experimentar un poco, y descubro recursos que luego sigo utilizando, tanto gráficos como simbólicos.
P.: Aunque tu obra ha seguido una lógica evolución, ahora mismo parece haber alcanzado un punto de lenguaje propio y original, con el que se te identifica al momento: trazo limpio, colores planos pero suaves, figuras femeninas en espacios imaginarios que las interpelan… ¿Cuál ha sido, con tus palabras, ese proceso técnico? ¿Crees que estás en un momento de no retorno, de quedarte ahí, expresándote así?
R.: No puedo decir que me quedaré aquí, la verdad. Creo que todavía tengo mucho que refinar, que siempre se sigue mejorando, y espero que siga siendo así. Sí creo que, en cierto modo, es un punto de no retorno. Dudo mucho que vuelva a maneras de expresión anteriores, en las que ponía mucha atención en el ornamento. Siempre he tenido en mente esa afirmación de que con la madurez del estilo, se elimina lo superfluo, y no sé si será así en todos los casos, pero creo que en mi caso está ocurriendo así. Llevaba mucho tiempo queriendo hacer ese cambio, pero no sabía cómo lograrlo dentro de mi propio lenguaje.
P.: ¿Qué trabajo tuyo escogerías como más representativo, aquel con el que te sientes más satisfecha, más realizada?
R.: En general estoy muy contenta con los que estoy elaborando en el último par de años. Las cubiertas de Annie Ernaux son las que han tenido más repercusión, pero también estoy muy satisfecha con la contraportada mensual que he estado haciendo para El Salto Diario desde junio de este año.
P.: ¿Hay algo generacional (y femenino) en tu obra? Pienso en otras ilustradoras contemporáneas tuyas, como Ana Galvañ o Cristina Daura… ¿Crees que existe una cierta confluencia estética entre ellas o de ellas contigo? ¿La misma generación, los mismos inputs?
R.: Bueno, mi estilo ha empezado a ser más sintético de manera relativamente reciente, me siento en pañales aún. Pero sí que veo una tendencia contemporánea al dibujo con colores planos, y con una gama muy concreta, y unas formas peculiares que identifican el trabajo de cada una. Puedo equivocarme, pero seguramente tiene que ver con que muchas de ellas hacen cómic. Yo no vengo de ahí (muy a mi pesar, es algo que siempre he admirado mucho), vengo de un tipo de ilustración más barroca, parada y sobrecargada, y la he aborrecido muchísimo con el tiempo. Seguramente tengamos muchas influencias culturales en común, al fin y al cabo, como dices, somos más o menos de la misma edad, pero en el sentido de síntesis, composición de escenas, narrativa… me llevan años de ventaja, son unas maestras del cómic.
P.: ¿Cuáles son tus referentes? ¿Admiras a alguna ilustradora o ilustrador en particular?
R.: Pues en la pregunta anterior has nombrado justo a dos de mis favoritas. Sigo su trabajo desde hace bastante tiempo. Me compré el primer cómic de Ana Galvañ cuando salió, y su evolución ha sido increíble, cada vez me gusta más. El trabajo de Cristina Daura lo conocí después, y cada cosa que sube me deja con la boca abierta. Parezco una fan loca, porque le doy like a todo. El trabajo de María Medem me parece impresionante también, recientemente leí su cómic Cénit y es una experiencia en todos los sentidos. He consumido mucho cómic de autor, en general, en los últimos años, tengo medio catálogo de Apa-Apa cómics en mi estantería.
P.: Quizá he empezado esta entrevista por el final (a causa, claro, del premio), por lo que me gustaría que nos contases cómo empezó todo. ¿Cuándo decidiste dedicarte a dibujar?
R.: Aunque había empezado a dibujar algunas cosas antes, la decisión la tomé cuando me di cuenta de que no quería ir a la universidad al terminar 2º de Bachillerato y la selectividad. Había estado indecisa todo ese año entre estudiar Física o Filosofía, mientras aprendía a pintar en Photoshop por mi cuenta en mi tiempo libre. Ya de preadolescente había hecho a veces diseños de personajes para videojuegos ficticios y soñaba con dedicarme a eso de mayor, pero durante mucho tiempo pensé que era algo que se estudiaba dentro de Ingeniería informática (estaba bastante perdida yo). Cuando descubrí que no, abandoné la idea y me olvidé de estudiar nada relacionado con el dibujo. Hasta ese año, que gracias a internet descubrí que existía algo que se llamaba “Ilustración”.
P.: Tu aprendizaje ¿cómo se ha desarrollado? Las herramientas informáticas son fundamentales, ¿verdad?
R.: Aprendí al revés. Con 16 años estaba experimentando por mi cuenta con Photoshop con una tableta gráfica malísima (aún la recuerdo, de plástico turquesa transparente), en lugar de aprender primero a dibujar en condiciones. Hacía ilustraciones con una base de dibujo nula, pero me gustaba centrarme en la iluminación. Recuerdo que construía los personajes con formas muy básicas. Esferas, cilindros… A veces eran simplemente una esfera. Pero ahí pintaba yo dos bolas con cara flotando entre nubes en un atardecer, y con eso me quedaba contenta. Pero luego me entró una urgencia tremenda por dominar el dibujo, para cubrir esas carencias.
Estoy demasiado acostumbrada a trabajar con herramientas digitales. Aunque he experimentado con medios tradicionales, no acaba de convencerme el resultado. Mis métodos están 100% adaptados a la era digital, yo no podría prescindir de estas herramientas.
P.: ¿Crees que podrás vivir una vida independiente en lo económico con esta profesión? ¿Qué circunstancias podrían mejorarla?
R.: Creo que se puede, pero que es muy complicado sin combinarlo con otros ingresos, especialmente en España y si no se tienen clientes de fuera. Los precios españoles generalmente dejan bastante que desear. En ocasiones es problema presupuestario, pero diría que casi siempre el problema nace de la poca apreciación profesional. Lleva tiempo, hay que tener suerte, ojo para ver dónde puedes encajar, estudiar el mercado, conocer y hablar con compañeros de profesión, apoyarse, asociarse si es posible… va mucho más allá de dibujar. ¿Qué podría mejorarla? Que todos los clientes pagasen siempre pronto y bien, (risas).
P.: ¿Qué crees que es más raro: este mundo conocido o las personas que lo habitamos? Te lo digo porque en tu página en Facebook, junto a tu profesión, te identificas como “Disoriented Alien”… (risas)
R.: (risas) Creo que muchas personas nos sentimos un poco así. En terapia me explicaron que eso se llama disociación.
P.: ¿Con qué se distrae esta ilustradora? ¿Con novelas de ciencia-ficción o tienes algún hobby muy, muy particular?
R.: Me gustan bastante los documentales de psicología, crímenes, ciencia forense o enfermedades raras. Suelo engancharme un ratillo cuando estoy más libre. Aunque no es nada especial o particular, he visto a mucha gente confesar esto mismo.
A día de hoy tengo bastantes dificultades para concentrarme en la lectura por pura diversión. No puedo asegurarlo, pero tengo la impresión de que las pantallas, la sobrecarga de estímulos y las redes me han afectado bastante en la capacidad de concentración, pero espero poder ponerle remedio.
P.: Lo mejor y lo peor, si lo hay, de esta profesión…
R.: Lo peor… la autogestión, el estrés y el caos. Lo mejor, trabajar en casa con el pijama y aprender de otros ilustradores.
P.: Cosas que te gustaría hacer…
R.: Libros, muchos libros.