De cucharilla en cucharilla
imperceptiblemente
se agotan las reservas de azúcar
y de litio.
Una sola cucharilla rebosará los mares.
Pero falta mucho.
Mientras tanto,
endulza el café,
invoca a la lluvia,
ahorra,
cucharilla a cucharilla,
el precio de una plaza en el arca.
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