I
Minúscula es la profesión del viento que empuja la hojarasca de las palabras muertas ante la atónita mirada de un sapo que todo lo ve, enarcando en las cimeras puntas de los árboles el rizo delicado de sus ramas, y allá donde el hombre se arracima intoxicado fluye, transportando la inmunda soledad de virus y bacterias, y en su misión, anónima, levanta el polvo exhausto que llevan los perros en el lomo, aturde a los que andan por la calle, les estropea el pelo, asfixia a las libélulas, pasa invisible las páginas de un libro olvidado sobre un banco en un jardín vacío, avisa en tu ventana, ulula en tu balcón, te advierte de que el tiempo es todavía más terco en su ceguera.
II
Minúsculo es el pulso aterido que recorre las miradas, cobarde raza humana, temerosa siempre de la consunción que alegremente provoca en busca diligente de una asquerosa plaza privilegiada en una playa dispuesta para la ocasión como si fuera el patio de una cárcel, pero eso sí, de lujo, plagada de culos voluptuosos que pasean la mercancía miserable del sexo acogotada en el cerebelo al ritmo de un pinchadiscos gilipollas, mientras la arena se atiborra de basura para el recreo carroñero de las gaviotas y llega el atardecer chorreando un anaranjado placer panóptico y llega la policía del municipio a limpiar con multas el botellón que pagó papá.
III
Minúscula la fe del políglota que habla todas las lenguas chismosas de una falsa piedad incombustible solo por el placer inmundo de despellejarte en petit comité, y se reserva el don de la palabra en el lugar y hora que a él le place. Felón de siete bocas feladoras, fiel feligrés de la iglesia de la libertad a la que acude investido de una humildad barata, pagado de sí mismo y apoyándose en un báculo de indudables certezas probadas en la escuela de la vida.
IV
Minúsculo será el futuro próximo, por su proximidad a los escaparates, los bares y las prisas, y por su lejanía del pasado, tan pronto como acabe cada cosa, a otra parte con el olvido a cuestas, mezquino ser humano, ano universal y vertedero de toda la pudricie. Minúsculo el presente que se hacina en la esperanza de volver a ser un primer mundo y primer orbe de lo mejor en calidad y relación con precio establecido. Minúsculo el pasado, reducido a lo jíbaro entre cifras y listas y números de serie y títulos de campeón en toda disciplina.
V
Minúscula esta triste confesión de sapo sabelotodo, cómodamente al margen del desastre, viendo pasar la menesterosa vida de la especie humana desde una charca al sol que más calienta.