La Charca Literaria

He decidido que voy a comer más carne para que haya cada vez más vacas que se tiren más pedos y dejen sin planeta a estas nuevas generaciones.

Creo que el pollo que ha parido esta maravilla, joven, el cabrón, es profesor de cine, o algo relacionado.

Fue un amigo quien decidió hacer una fiesta toga para celebrar que nos íbamos al carajo a las doce de la noche.

El “picoleto” portaba el “chopo” cruzado sobre su pecho de gallo de corral, con el cañón mirando hacia abajo y el dedo sobre el gatillo.

Desenganchó el Erikson del cinturón del vaquero, también a nombre de la empresa (el móvil, no el pantalón).

Esta historia se remonta al 1992, que, como saben los señores y señoras, es el de las Olimpiadas de Barcelona, la Expo de Sevilla y el despertar económico de España, es decir, el inicio del chanchulleo patrio.

Ring, ring, ring (evidentemente es el teléfono, bueno el móvil): ¡Dime mamá!

Las cenas de Nochebuena se convirtieron en una excusa para la bronca familiar, especialmente la política. El guerracivilismo hacía acto de presencia vestido de Santa Claus, como si en lugar del 24 de diciembre se celebrase el 18 de julio, si bien esta fecha apenas tiene significado, solo hay que preguntar a cualquier millennial.

Si hay algo que resume la vida en una oficina, eso es el mundo de la reunión, motor central del sistema productivo actual.