Y eso, que seas una caprichosa, la sociedad no te lo perdona.
El mercado de mi barrio
Sonia RicoLo inquietanteSe dan aires. Los aires que no respiran las ratas, pero sí los vagabundos.
Reloj de pulsera
Sonia RicoLo inquietanteEl primer reloj que tuve me lo pintó mi padre, con bolígrafo negro en la muñeca, en mi quinto cumpleaños.
Compro oro
Sonia RicoLo inquietanteMe había puesto una blusa que dejaba ver las tres cadenitas de oro que me había colgado.
La gente equidistante
Sonia RicoLo inquietanteMe siento ajena. Ajena a todo y a todos y me siguen pasando cosas raras.
Las vacas
Sonia RicoLo inquietanteDesde que un buen día se fijó en las vacas, su felicidad se esfumó rápido. Antes no estaban allí.
La buena ventilación
Sonia RicoLo inquietanteSobre todo tú que lo tienes todo ideado para tenerme aquí reclusa, en este cuarto sin ventana, con puerta cerrada y llave echada.
Cubitos de hielo
Sonia RicoLo inquietanteMe pareció que decía “sucio, sal de aquí”. Pero ¿a quién podría dirigirse?
Lo peor
Sonia RicoLo inquietanteLo peor es el silencio, el aire estático que no permite que se expandan las ondas de sonido en el ambiente.