Un solo rasgo siniestro inquietaba a la muchacha. El rostro de su amado siempre permanecía en sombras.
Eros en el triclinio
Pilar PedrazaAmores brujosEros se pone en marcha. Ajustadas las sandalias a los bellísimos pies, el carcaj colgando del hombro y el arco terciado, se lanza al éter seguido por Anteros.
La rebelde
Pilar PedrazaAmores brujosQuien alcanza el equilibrio tiende a sobresalir, inflamado como una picadura de garrapata.
Los crímenes de Eros
Pilar PedrazaAmores brujosA veces las maldades de Eros son medio inconscientes, como si se hallara en otra parte mientras las diseña o perpetra.
El traspiés de Hebe
Pilar PedrazaAmores brujosTodo eso lo vi yo en semisueño, mientras contemplaba la Hebe de Thorwaldsen, tan aplomada, tan impecable, tan exquisitamente casta.
La revenida remuerta
Pilar PedrazaAmores brujosAcaba de aprender que los muertos no soportan la bebida de los dioses y se disuelven en el aire como gotas de miel en el agua.
La cortesana revenida
Pilar PedrazaAmores brujosMi Eros de dulce no tiene un pelo, no le importaría ser una de las Erinias, que cortan la cabeza de los muertos y si pueden se la llevan lejos.
Autopsia
Pilar PedrazaAmores brujosMe enteré de algo que haría ponerse de punta los cabellos de la gorgona Medusa.
La miel de la tierra
Pilar PedrazaAmores brujosMás que curiosidad era deseo de matarla. A los dioses no les agradan los insectos.