El zahorí dudaba. Vagaba de derecha a izquierda, de norte a sur, con su vara de sauce al frente, temblorosa y ahorquillada. Pero aquella búsqueda no era más que un girar sobre sí mismo.
El zahorí, confuso, decidió detenerse y aliviar la tensión de su vara orientándola hacia el suelo. Su herramienta en reposo le permitía pensar con más claridad. Nunca le había pasado algo así…
Tras algunos minutos el zahorí volvió a sostener su horquilla en posición horizontal y empezó a caminar. Muy lento, en absoluto silencio, le pareció escuchar un rumor como de agua, una maraña que se enredaba en sí misma, sin principio ni fin. Comenzó otra vez a divagar, de norte a sur, de izquierda a derecha. Y así estuvo un buen rato.
Llegó a la conclusión de que algún hacker había modificado las coordenadas de su navegador interno y tiró al suelo la vara de sauce defectuosa.
No conseguía orientarse correctamente. Se había convertido en un zahorí concéntrico.