Vitamori

Nadie me conoce




Ya no tengo relaciones reales. Las personas con las que me relaciono son perfiles en muros expuestos como escaparates de personalidades inexistentes.

Nadie me conoce ni yo conozco a nadie. Por mucho que pongamos posts con citas de escritores famosos, fotografías fantásticas, incluso textos propios, aunque lleguemos a tener el whatsapp de alguien o hablemos con él por el móvil, hay una distancia material que impide que la relación sea auténtica. Es una caricatura de lo que debe ser una relación real. Las redes están llenas de personas desesperadas con su vida que encuentran en lo virtual un remedio para subir su sufrido ego. Una droga que engancha como la morfina y que, como la morfina, produce adicción y tolerancia. Tienes que ganarte tu dosis de likes y comentarios cada día o te entrará el mono y esa depresión que resulta de quedarse solo con la vida mirándote a los ojos muerta de risa. 

Hablo desde mi experiencia, no extrapolable ni necesariamente cierta. Somos un club de tarados que no reconocen su adicción. Que se justifican pensando que ellos no, y los demás sí. Que bloquean a los que les llevan la contraria y olvidan lo bien que se llevaban con ellos unos días antes. Es todo de una hipocresía absoluta. Y si llegas a conocer en persona a alguno de estos compañeros de religión será todo un fracaso. En realidad, será lo mismo porque seguirás hablando de la red y de los «amigos» comunes para criticarlos tranquilamente mientras piensas cómo te criticará a ti esa persona cuando cuente el encuentro a sus otros «amigos». Y ni se te ocurra jugar a enamorarte y tener encuentros románticos. Ya te adelanto que son tan amargos como las almendras con cianuro. Vivir es esta Second Life es vivir como los hikikomori: solitarios que se retiran de todo contacto social y, a menudo, no abandonan su casa en años. 

He pasado por diferentes adicciones en mi vida. Esta es la peor. Una soledad acompañada de solitarios, una secta sin líder ni objetivo más allá de obtener un comentario favorable. Es una mentira compartida, un triunfo político del aislamiento social, somos propaganda de nosotros mismos tragando propaganda comercial cada vez que entras en una aplicación. Voy a inventar una app que cuente el número de veces y el tiempo que pasas en internet y recoja si has interactuado con algo positivo ese día, algo que te sirva en tu vida real, esa a la que solo acudes porque te avergüenza pasar tanto tiempo enchufado. Vitamori suena bien. Nadie la comprará porque nadie me conoce.

Fotografía del autor.


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