Tan solo una oración

Ultramarinos y coloniales


El autócrata aquel, presidente de la nación, tirano por la gracia de Dios, padre de la patria, amo de vidas y haciendas ajenas, tras tomar una opípara cena, regada con una botella de vino tinto de crianza de la mejor añada, y tras dictar a su secretario las órdenes pertinentes para el día siguiente, destacando entre otras: recompensar a Humberto Gutiérrez, marqués del Seto Seco, chivato y correveidile, por su apreciable labor de espía entre los miembros de la alta nobleza, promoviéndolo en su escalafón al grado de generalato; indemnizar a la viuda de don Cosme Garrido Gutiérrez, capitán de infantería fallecido en atentado terrorista, por los servicios prestados a la patria por el oficial finado; degradar al rango de soldado raso al comandante Luis Menéndez Soseras, por indisciplina manifiesta al negarse a cortar el pelo al cero a los reclutas del último reemplazo; castigar al ayudante de cocina, con la severa pena de cuatro latigazos, tirón de orejas, colleja en el cogote, amonestación verbal y patada vejatoria en el culo, por cometer la imprudencia de excederse con la sal en las comidas de palacio, a sabiendas de la hipertensión del benefactor de la república; expulsar del país, con carácter indefinido e inapelable, a Eulogio Martín Simón, mozo de cuadra, tras ser sorprendido en las caballerizas robando parte del forraje destinado a la comida de los caballos del excelentísimo presidente de la nación; detener a Segismundo Fernández por alta traición a la patria, dadas sus repetidas quejas por su precaria situación económica, proferidas en cualquier momento y lugar, un mal ejemplo para el resto de sus compatriotas, una actitud nada edificante ni positiva; encarcelar a Agapito Gutiérrez Sánchez por el hurto de un pan en el mercado; mandar al paro a Mercedes García Mediavilla, fámula de la casa del presidente, por sisar media docena de huevos para consumo propio; suministrar a Casimiro Laflor una tanda de cuarenta azotes con zapatilla de esparto por haber mantenido en el corral relaciones ilícitas y deplorables con una lechona (sin preservativo y sin mascarilla); degradar al rango de monaguillo al cura de la iglesia de san Teófilo por no citar en la Santa Misa el nombre del padre de la patria, como es cosa obligatoria en todos los templos del territorio nacional; llevar a efecto la orden de ejecución de gente reincidente, indeseable y torpe en sus hábitos, según listado adjunto: disidentes, malhechores, truhanes, trileros, tahúres, falsos magos, estafadores, opositores políticos, colaboradores de La Charca Literaria…; etc., se encaminó hacia sus aposentos para disfrutar del sueño reparador de los hombres justos y de conciencia tranquila, no sin antes haber elevado una oración a su benefactor allá en los cielos.