En muchas ocasiones el hombre ha recurrido al palo para ganar en eficacia.
El palo le ha facilitado las cosas. Cuando el palo se ha aplicado con inteligencia el resultado ha sido un éxito.
Añadió un palo a la bayeta y ya no tuvo que arrodillarse para fregar, surgió la fregona que fue un éxito y un gran avance en comodidad.
Añadió un palo al caramelo y de esta manera ya no se ensuciaban las manos cuando chupábamos la golosina.
Añadió un palo al antifaz y con un simple gesto pudimos cambiar de careta o esconder nuestra identidad.
Añadió un palo a un manojo de plumas y obtuvo el plumero, tan útil para echar el polvo.
También se ha utilizado el palo para aporrear las copas de los olivos para la recolección de la preciada aceituna, pero en este caso, creo que es mejor recurrir a la escalera, es mejor subirse a ella y acariciar el ramaje para que caigan las olivas.
En la senectud el palo se convierte en una prolongación de las extremidades y el bastón nos ayuda al equilibrio.
En fin, el caso es que el palo contribuye a la evolución humana, el palo es necesario.