Solo amigos

Susurros a bocajarro

 

Alargamos la cena con otra ronda
y tú sigues hablando
y yo poso en la copa los besos no dados.

Qué pequeña es tu boca,
pienso,
y ya no puedo escucharte.

Sonrío al pensar que en nada estaré sola en casa.
Cambiaré el calor del algodón por la caricia de la piel.
Cerraré los ojos para ver los tuyos mirarme como no me miran.
Tocaré la cara interna de mis muslos imitando el ritmo de tus manos al hablar.
Diré mi nombre en alto y engañaré al oído para escucharlo en el tono de tu voz.
Oleré en mis sábanas ese aroma tuyo, a música, a azúcar y a viento mistral.
Tomará la almohada la forma y la textura de tus labios.
Sabrán mis dedos a tu lengua templada.
Disfrutaré del autoengaño hasta escuchar mi gemido, soñando que son tus oídos los que escuchan.

Y más que ese futuro cierto
me llena la sonrisa y me acalora
este ahora en que se pierden tus palabras.

Qué pequeña es tu boca,
pienso,
y ya no puedo escucharte.