Regalo en palabras

Susurros a bocajarro

 

Pobrecitas, mis palabras, nacieron tímidas y sin camuflaje.

Intentan esconderse incluso de mi garganta, no fuera a ser que una cuerda vocal envalentonada las empujara hasta la puerta de los labios. Son peligrosas esas cuerdas que tensan la voz, que se precipitan temerarias cuando creen que no escuchas.

En los escondrijos de mis palabras cobardicas, a veces se entrometen los ojos y las manos y se llevan con ellos un prefijo, una sílaba… y las pobres palabritas tiemblan de miedo al ver el peligro de convertirse en gestos.

Antes de que la piel y el aliento, que no tienen miedo ni vergüenza, las arranquen de su madriguera y las abandonen solas, al descubierto del desierto mudo que hay entre mi tacto y el tuyo, tendré que comprarles un vestido de celofán y regalártelas, con un lazo bien grande para que se sientan bonitas y no tengan miedo.

Por favor, no me las asustes cuando retires las cintas, caiga su trajecito de verbena y se queden desnudas para siempre.