Necromancia

La rana dorada

 

Algunos llamados monjes se instalaron en los lugares sagrados y reunieron huesos y cráneos.
Todos los templos se convirtieron en tumbas de criminales.

Eunapio

 

La comunicación entre vivos y muertos para recibir información oculta, generalmente aunque no siempre sobre el futuro[1], se denominaba Necromancia. No hay epigrafía directa vinculada a ella y las fuentes para su conocimiento se basan principalmente en documentos literarios de corte narrativo, escritos políticos (generalmente derogatorios) y recetas procedentes de papiros mágicos griegos. La muerte en las sociedades antiguas no tenía una consideración similar a la nuestra; era siempre algo a lo que se prestaba intensa atención, no un tabú, como lo es en la Granja, sobre el que mejor es siempre, si es posible, no hablar. Estamos aquí y ahora muy lejos de Egipto y su sabiduría.

Este abismo que se colmaba en Grecia y Roma era percibido con similar perspectiva pero intensidades afectivas diferentes. En ambos casos la mayor parte de las actividades necrománticas se desarrollaban en determinados santuarios no estatales (nekuomanteion)[2] Destacaremos la diferencia de sensibilidades, señalando que Roma siempre desconfió de las deidades extranjeras imponiendo un fuerte rechazo a muchas prácticas mágicas; sobre todo a partir de la llegada del Imperio, pues se consideraba con hostilidad que pudiera conocerse y difundirse por método alguno, y el más seguro para aquellas gentes era entonces preguntárselo a un muerto, la fecha del deceso del Emperador. Se pensaba, y seguramente no estaban totalmente equivocados, que este conocimiento podía afectar a la ocurrencia del evento al que se refería. El conocimiento como complot…Peculiar producto de esta actitud son las numerosas acusaciones realizadas contra emperadores esencialmente crueles e impopulares de ser aficionados a su práctica. El ejemplo más conocido es el de Nerón.

Resumimos pues, y simplificamos con ello, señalando que había dos modos de practicar Necromancia: el primero consistía en contactar con los fantasmas que venían al consultante, vía incubatio o ritual evocatorio directo: en el primer caso a través de un sueño y en el segundo, de modo más verosímil y material en una especie de zona intermedia entre el mundo de la superficie y el inframundo, donde se manifestaban de modo espeluznante aunque intangible al evocador tras haber realizado en ambos casos una serie de rituales que incluían una dimensión purificatoria; la segunda manera implicaba una técnica hórrida y literariamente fecunda, que va de Circe a Mary Shelley, para reanimar directamente los cadáveres. En ambos casos se producía un diálogo entre vivos y muertos en el contexto de una ritualmente pautada evocación. No hay que confundir ninguna de las propuestas prácticas citadas con la katábasis: el descenso físico al inframundo, el Hades, como comentaban las leyendas, había ocurrido en el caso de Orfeo tratando de rescatar a Eurídice y de Hércules (el hijo de la Triple Luna) cuando en el curso de sus Trabajos bajó para llevar a la superficie al tenebroso y entrañable Cerbero. Aunque la relación entre ambas a nivel simbólico es muy grande. Bajo la Vieja Tierra latía para los Antiguos, no sólo el mundo de las semillas sino un horizonte enigmático proclive, por su cualidad cthónica, a la presencia de los más grandes secretos sobre el Cosmos y el Hombre.

La conexión de la Necromancia con los ritos funerarios comunes o con formas de culto a los antepasados, ejemplo claro de esto último sería el culto a los Héroes, es digna de ser destacada. Muchas veces los muertos se manifestaban espontáneamente a los vivos, normalmente en sueños pero también como fantasmas, en casas encantadas o campos de batalla, exigiendo se les prestara las exequias adecuadas o se castigase a sus asesinos. En las tumbas de los Héroes se desarrollaban cultos de corte oracular donde se consultaba a la presencia inmaterial de estos para resolver numerosas cuestiones, tras los convenientes ritos purificatorios y la incubatio.

Es en el canto XI de la Odisea donde tenemos la primera presencia de la evocación necromántica. Presencia directa, no katábasis ni sueño. Se dice que una pintura de Polignoto que se encontraba en el santuario de Delfos, desaparecida ya antes del cristianismo, describía lo que luego el bardo ciego inmortalizó, convirtiendo su obra en el documento más antiguo y canónico sobre esta forma de tratar con lo numinoso en su vertiente telúrica. Es este el ritual con el cual Odiseo, asesorado por Circe, se pone en contacto directo con el fantasma de Tiresias, el adivino, para hacerle algunas preguntas. El arquetipo necromántico como si dijéramos. Para ello se viaja a un lugar lejano en el margen del mundo, el país de los cimerios, y se realizan los ritos pertinentes. Entre ellos: sacrificios de sangre con animales para que las sombras puedan adquirir textura mortal suficiente y desarrollar en el mundo de la Zona las funciones de interpelación requeridas.

En la sociedad griega el poder del entramado oracular era muy intenso. Delfos y otros santuarios con sus prácticas de conocimiento del futuro, en realidad recomendaciones para la acción hibridadas con intereses comerciales muy fuertes, era uno de los centros básicos de poder (a pesar de haber durado poco más de mil años) donde se residenció el núcleo originario del Imaginario de la sociedad occidental. El Vaticano sería una versión dislocada de esto. La Necromancia participa de este complejo simbólico aunque implique muy peculiares distinciones y novedades. Entre el mundo de los Dioses y el tiempo de los hombres que llamamos Historia está el mundo de los Héroes; y entre el mundo de los hombres y el horizonte abismal de las Profundidades se encuentra la zona de nadie de los fantasmas.

El héroe, como señalaba Ralph Waldo Emerson, es aquel que está inmutablemente centrado; con los muertos y los fantasmas ocurre exactamente todo lo contrario. El culto al Héroe es una forma del culto a los muertos pero no la única. Asclepio mismo fue, además de fundador de la Medicina y gran curador que utilizaba la incubatio y los sueños, el primero que resucitó un muerto por lo que Zeus le fulminó de inmediato con un rayo. El origen de la Tragedia griega y el culto a los Héroes está en el corazón de la relación con la muerte. Hércules en cierto modo es cazador de la muerte luchando, incluso cuerpo a cuerpo, con Tanatos. 

Por ello tú tampoco, Ulises: fecundo en ardides, debes confiar demasiado en tu mujer; no le reveles todos los secretos que solamente tú conoces: hay cosas que es preciso decir, otras que es preciso callar. 

Odisea, Canto XI


[1] Se buscaba con frecuencia información sobre tesoros o la aclaración de cuestiones sobre el pasado que permanecían sumidas en la niebla…como pudiera ser la identidad de los criminales.

[2]  Los santuarios de Aquerón y Averno, el primero en el norte de Grecia y el otro en Italia cerca de Cumas, ambos asociados a lagos y cavernas naturales, eran los más conocidos y frecuentados de su tiempo.


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