La salud de tu cadáver, Bagdad

Reflejos


Realeza, noche, salud.
La salud de los cadáveres es,
Hoy por hoy, buena.
Realeza, sí,
En el ombligo

El rey de la noche
Baila su realeza
En el ombligo de los borrachos
Y de las meretrices del alma
En Bagdad.

Son ellas,
Las meretrices del alma.
Han venido,
Han triunfado.
Bagdad ya no existe,
Bagdad es moneda de cambio.
Bagdad,
Ay, Bagdad.

Repetiría tu nombre
Bagdad,
Lo repetiría por la mañana y por la noche,
Pero, por la noche,
Ay Bagdad,
Ya manda la realeza de lo infame,
La realeza del olvido.

Y solo quedan de ti
Bagdad
Unos dólares
En el ombligo de tus putas.
Y un marine musculado
Atiborrado de maíz
Desperezándose sobre
Tu lecho, Bagdad.

La noche.
Sí, la noche.
El reino de los muertos.
La increíble salud
De tus cadáveres
Bagdad.

Y una meretriz
Pobre,
Disputándose la chocolatina
Bagdad
Con la que te comprarán
Los bárbaros.

Mientras Europa,
Puta y coqueta
Mujer al fin,
Y encandilada
Mirará a occidente

Europa
Vieja y desgalichada
La mala hermana,
La reina de las madames
En el burdel americano

Mirará lejos
Europa
Por encima de tus cadáveres,
De tus lágrimas rojas
Bagdad

Perderá la mirada lejos de tu tierra
Y de tus niños mutilados.

Perderá la mirada
Lejos del calidoscopio de sangre
De tus imágenes rojas
Bagdad
Rojas, rojas.

Perderá la mirada
Con la vergüenza que perdió,
Con las faldas levantadas,
Con el americano
Pobre Europa.
Pero tú, Bagdad,
Tu nombre floreciendo en los cipreses
Tu nombre racimo de gusanos.
Pero tú, Bagdad
Eres tú y tú y tú.

Porque serás, Bagdad
Tú misma sacrificada.
Serás el lascivo incendio
De las noches del tejano.
Serás la noche misma.

La realeza de tus cadáveres
Serás.

Serás en mi recuerdo,
Y serás en el recuerdo.
Porque hay hombres que saben llorar
Porque la nubes seguirán dibujando tus palacios
Y porque el viento silbará tu nombre

Porque sólo los asesinos
Que te violaron,
Sólo con la vieja puta Europa,
Se emborracharán juntos de olvido
En la fiesta de tus despojos.

Pero tú serás
Serás en el recuerdo
Porque las fronteras del invasor estrechan
Su alma en un ataúd.
Que tus gusanos han de devorar.

Porque ellos no lloran
Por eso olvidan.
Pero tú serás en el recuerdo
De los hombres que son hombres
Y que saben llorar.