No sé cuánta ilusión perdida en este aire hay en mi sueño, no sé siquiera si es un sueño o ensoñación apresurada.
No sé, y es un dolor de orilla donde dormir el agua.
No sé por qué esta brisa tan dispersa, ni en qué momento vino a mi memoria.
No sé, no entiendo la tierra misma sino como una gota de silencio, ni sé cuántos segundos puede tardar el sol en despedirse hasta rozar el agua.
No sé si mi inquietud está a la altura de esas ramas inmóviles, ni si una luz sin ecos surge y aún se detiene.
No sé si una campana de cristal esconderá las palomas de la tarde, ni si sabrán llevar, volando, la esperanza a los náufragos.
No sé todos los días, no sé nunca, ni tan siquiera a veces.