El juego de las sillas

Trampantojos
Ilustración de Coco Fronsac


Carmen fue la primera en ser despedida mientras, en el hilo musical de la oficina, sonaba la famosa Habanera de Bizet.

Flotaban en el aire los compases de El barbero de Sevilla cuando Juan y su mostacho dijeron adiós.

Al marcharse, acompañada de La primavera de Vivaldi, Marina se enjugó una lágrima con uno de esos pañuelos de flores que tanto le gustaban.

Al ritmo de Pagliacci, Fernando recorrió el pasillo por última vez, sin la más mínima gana de contar otro más de sus chistes.

Recién llegada de vacaciones de Hungría, Luisa recogió sus bártulos al tiempo que las notas de El Danubio azul se esparcían por la sala.

Mientras se dirigía a los ascensores y se escuchaba la obertura de Guillermo Tell, Óscar sintió como si una flecha atravesara su corazón de trabajador entregado.

Cuando Rocío salió por la puerta, David se congratuló por haberse quitado de en medio a sus rivales, mientras sus oídos se alegraban con el aria más festiva de La traviata.


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