Y llegará el momento en que las flores
se nieguen a vestir más primaveras,
las nubes a ejercer de regaderas,
y el jazmín a brindarnos sus olores.
El instante en que todos los colores
sean gris, sin remedio, aunque no quieras,
que la luna se esconda en sus traseras
para no ver del mundo sus errores.
Desiertas las ciudades con sus coches
amontonados, basura y humo,
océanos por plásticos cubiertos,
las aves y sus peces, todos muertos,
y un siervo que respira sus reproches
de un bote como fin de su consumo.