Me aterra el alba, porque me hace reo
de un pesar que se asoma a mi ventana
disfrazado de luz, por la mañana,
cuando es sombra, es penumbra, es bisbiseo
que me habla quedo, es ansia, es un deseo
de proclamar a golpe de campana
el gran amor que dé en la misma diana
como fuego que lega Prometeo.
Dar abrazo y cobijo al refugiado
que, huyendo del horror de cada guerra,
abandona entre lágrimas su tierra
con su alma herida y el cuerpo desgarrado.
Me niego a navegar por estos mares
de cieno, de dolor, y de pesares.
Fotografía de Jaluján.