Se empluman los egos a ritmo de tambor.
El de la boca torcida es un farsante.
Silencio, la máscara aviva el personaje.
Pose de jaguar, orín en los calzones.
El llamador de tormentas
no es nadie sin la mujer de las llaves.
El jorobado tiene miedo de sí mismo
envidia la luz de las pléyades.
La selva alimenta piojos
niños desnutridos que quieren leer
maíz y soya en el estómago
cucarachas en la linde del sueño.
Es tiempo de parir
a la anciana interna.