El caballero d’Eon, patrono del Arcoíris

Repertorio personal para gótikos


El aristócrata Charles de Béaumont, conocido como Chevalier d’Éon o Mademoiselle de Béaumont (1728-1810), fue durante sus primeros cuarenta y ocho años de vida, hombre, y en sus últimos treinta y tres, mujer. Guapo, imberbe y estrecho de hombros, nació “peinado”, es decir, con mucho pelo, y con el sexo retraído.

Era hijo de una familia pijísima. Su padre fue consejero del rey y su madre, noble de alto rango, hija de un general. Estudió en el prestigioso Colegio Mazarino para gentileshombres. Licenciado en Derecho Civil y Canónico por la Universidad de París, mostró especial habilidad en la equitación y fue uno de los mejores espadachines de su época, al tiempo que estudiaba y publicaba sus escritos desde joven.

Sirvió en la guerra de los Siete Años como capitán de Dragones y como agente en el Secret du Roi, la red de espionaje creada por Luis XV, de la que formaba parte, entre otros, el polímata Beaumarchais, autor de El barbero de Sevilla. A Chevalier —¡si sería fino y hermoso! — lo enviaron como mujer para que trabajara en la captación de Rusia como aliada de Francia en la Guerra de los Siete Años. Allí intimó con la zarina Isabel I bajo el nombre de Lia de Béaumont y fue su lectora personal de francés, lengua culta de la corte rusa.

En 1762 Charles estaba en Londres como secretario de la embajada de Francia. Era muy seductor y aficionado al fasto. Sus gastos por todo lo alto en lujos y fiestas, así como una afición desmedida al juego, mermaban el presupuesto y lo hicieron merecedor de reprimendas por malversador. Durante una reunión mundana conoció a Giacomo Casanova, que lo tomó por mujer, aunque se lo presentaron como hombre. Casanova ya había tenido un affaire pseudotrans con el falso castrato Bellino, que en realidad era una cantante del Teatro della Chiesa, donde no se admitían mujeres.

Francia retiró a Charles del servicio activo a los cuarenta y seis años y lo obligó a comportarse como mujer. Vivió en Londres como Mademoiselle d’Éon. En 1777 quiso volver a ser hombre y acudió a Luis XVI vestido con el uniforme de la Legión de Honor. Suplicó su incorporación al servicio, pero el nuevo rey y sus ministros no se lo permitieron, ni tampoco que se vistiera con ropas masculinas. En los siguientes treinta y tres años permaneció en Londres como dama aristócrata, viviendo de una pensión y de dar clases de esgrima a jóvenes de la nobleza. Hay grabados deliciosos que lo muestran como tal con faldas y cofia, y una película francesa de 1959 que no vale gran cosa.

En plena Revolución Francesa envió una petición a la Asamblea Legislativa Nacional solicitando ser restituido en su rango militar y entrar en servicio al mando de una legión de voluntarios compuesta por mitad veteranos y mitad jóvenes robustos y sanos, que llamó la Légion des volontaires D’Éon-Tonnerre. Recibió la callada por respuesta, por lo que siguió en Londres como señora. Como tal murió a los 81 años, pero el aseo funerario demostró sin lugar a dudas que era hombre.


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