¡Bienvenidos a la charca!

Luciérnaga intermitente

 

Hola, ¿hay alguien ahí? Acércate… ¡Dime! ¿Te han hablado de la charca? Deja que te cuente que no es un sitio común… ¡de ninguna manera! Este claro del bosque, donde baja la luna cuando necesita un trago, es hogar de alimañas. Schhh…

En la charca se ha afincado un sapo, sospechoso de haber sido príncipe; las ranas lo miran con recelo, sobre todo en época de apareamiento. Culebras de lengua viperina se mueven con agilidad, dentro y fuera del agua: reporteras astutas que manejan las noticias como mejor les cuadra. Libélulas chismosas les hacen la competencia.

En el puente de madera que cruza la charca vive una araña fastidiada a la que le han cerrado la despensa colgando un cartel luminiscente junto a su tela; ha tenido que acudir a sus encantos para capturar alguna presa. Mosquitos y sanguijuelas se disputan la sangre de quienes se acercan a la charca: liban de otro ser y tornan esa esencia en su propio elixir.

Bajo el agua, sagaces cazadores: caballitos del diablo que aguardan pacientes a que se acerque a beber alguna mosca curiosa, un bicho palo o un zapatero que les sirva de alimento. Del fondo de la charca emerge el temido escorpión de agua, con sus sanguinarias pinzas, para hacer trizas de cuanto tiene a su alcance; su instinto asesino no le permite tener vida social. A diferencia del escorpión, los peces son inofensivos, como los caracoles acuáticos; solo dan color.

Por la noche, cuando los patos duermen, la charca se transforma en hervidero de crápulas. Vecinos nocturnos acuden a saciar su sed. El primero que se apunta es el búho, ¡no se pierde una!, aunque la mayoría del tiempo solo observa y escucha desde el árbol. Al frente, desde un punto lejano, ratones y comadreja permanecen juntos, atentos a los movimientos de su rapaz enemigo.

En la orilla, junto a cañas y juncos, babosas bucólicas acuden al desfile de luciérnagas luminosas. Los murciélagos no bajan a beber, ¡vienen a cenar!

Al despuntar el día, saciados sus apetitos, los bichos regresan a su refugio; van dejando palabras en el camino hasta sus moradas.

Schhh… Dice el búho que hay algo parecido a un duende, oculto entre los matorrales, que barre las palabras que llevan hasta las puertas de cada bicho. La lagartija, halló el pozo donde las va echando y un camaleón usa su larga lengua para sacar del fondo lo que no pudo leer; lo descubrí un día y desde entonces no me pierdo ni una coma.

¿Ves esos caminos formados por letras? Síguelos, te llevarán a cada uno de los habitantes de la charca; zambúllete en la paradoja, la ironía, el sarcasmo o la metáfora. Hallarás emoción, secretos y rumores, sentimiento, realidades y fantasía, todo lo que necesitas para saber lo que se cuece en nuestra peculiar Charca Literaria.

¡Adelante! Hónranos con tu visita y disfruta del paseo.


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