¡Basta ya de monsergas!

Casi lloré de emoción al ver esa escena en el cine

 

«La sciantosa» (Alfredo Giannetti, 1971) no es una buena película, pero cuenta con Anna Magnani y contiene una escena que casi me hace llorar, aunque, para qué negarlo, sea bastante previsible y esté muy mal rodada. Y, sin embargo…

El personaje de Anna Magnani está en el film que se sale de contenta y orgullosa, porque las autoridades han pensado en ella durante la Primera Guerra Mundial para ir al frente a cantar, a levantar el ánimo de las tropas. Se encuentra al llegar únicamente con una ridícula pero animosa orquestina formada por tres inexpertos soldados, jovencísimos, pero nada la arredra. Preparándose en el pequeño escenario, como si del de una ópera de prestigio se tratase, le colocan una bandera italiana como capa, con la que la envuelven, majestuosa.

Se abre el ridículo telón y ella, satisfecha por los aplausos con los que la reciben, ya habiéndose iniciado la marcha patriótica que pensaba interpretar, abre los ojos. Lo que ve la paraliza. Todo el aforo está repleto de críos en buena parte uniformados, pero hechos todos y cada uno de ellos una piltrafa humana. Uno está sin piernas, otro ciego, otro muestra en su cuerpo de forma imborrable las huellas de la metralla.

Detiene en seco la interpretación de la marcha, se saca de encima y tira la bandera y pide que, en vez de la prevista, toquen la música que a continuación interpretará: «O surdato enammurato», una cancioncilla que, libre de monsergas y engañifas, desde luego que sí concierne de verdad a todos ellos.