He pasado antes por ahí muchas veces.
Cuánto me gustaría hacer añicos el mundo y abandonarlo en una chatarrería.
Hablaré con claridad: reducirlo todo a un montón de escombros sin que pudieran ser recordados los monumentos de bronce.
Aniquilar esa serenidad de general del ejército empapado en las entrañas de los hombres que tuvieron que rendir cuentas.
Conseguir algo de vestir, algo de comer y apilar siluetas recortadas contra el cielo en el parque.
Y pedirle a ese hombre que amo que lo deje todo para venirse conmigo.